Robert Zoellick, Presidente del Banco Mundial, recuerda que hace treinta años, cuando se reunieron Deng Xiaoping y Robert McNamara, el mandatario chino le dijo al norteamericano que esperaba que en los veinte años siguientes se cuadruplicara el ingreso por habitante de su país, y que estuviera entre los de ingreso medio a mediados de este siglo. Esas metas que parecían demasiado ambiciosas en 1980, están superadas. China se disputa con Japón el segundo puesto entre las economías del mundo, y parece haber desplazado a su rival. Entre 1980 y 2010, redujo su tasa de pobreza de 65 por ciento, a 10 por ciento, y ya cumplió con todas las metas del milenio que se propusieron para 2015, contribuyendo a que el mundo las cumpla en el agregado. Va camino a convertirse en un país desarrollado mucho antes de lo esperado, y es ejemplo para el mundo en muchos frentes: su capacidad para desarrollar infraestructura, educación, desarrollo rural y turístico, manejo forestal, y energía. Zoellick cree que China se preparó mejor que otros países para evitar lo que él llama la “trampa del ingreso medio”, que hace que los países se estanquen cuando su ingreso y los salarios comienzan a subir. y no pueden seguir compitiendo con mano de obra barata (China Today, Septiembre 13 de 2010). Esta experiencia nos obliga a revisar nuestro propio récord. Colombia vio pasar a Corea del Sur de ser un país comparable al nuestro en 1960, a ser desarrollado en esta década, sin mosquearse. Vimos, impávidos, el “milagro chileno”, primero con la excusa de que era una dictadura manejada por los Chicago Boys, y luego por otras razones igualmente tontas para disfrazar nuestra propia falta de voluntad o incapacidad para concebir y ejecutar soluciones. En vez de comprometernos con el desarrollo, seguimos pensando que lo hacemos bien y discutimos interminablemente y de manera improductiva sobre modelos alternativos de desarrollo, mientras en otros países actúan contra la pobreza y el subdesarrollo. Es al blablablá continuo de personas que podrían estar haciendo algo por cambiar al país o por su desarrollo, a lo que se refiere Francisco de Roux, Provincial de los jesuitas en Colombia, en comentarios a los estudiantes de la Universidad Javeriana, de Bogotá, que han sido criticados duramente. A él tiene que mortificarle tanta habladera inoficiosa y carente de resultados, mientras “los 14 millones de pobres y 7 millones de miserables con hambre” siguen ahí y se “prolonga el espectáculo inhumano de una crisis irresuelta”, porque él ha emprendido y ejecutado acciones concretas contra la miseria y la la violencia, y porque está comprometido con la justicia. Instó a los jóvenes javerianos para que no les suceda lo que a los de su generación, que tenemos que ir a otros países a ver lo que se pudo haber hecho en Colombia y quedó en veremos, porque nunca se emprendió, porque no lo dejaron hacer o se desmontó lo ya logrado. La administración Santos promete justicia social y prosperidad. Ese equilibrio es indispensable, como lo son las realidades concretas en poco tiempo, y que se mantenga el curso en el largo plazo para multiplicar el ingreso promedio, acabar con la miseria y reducir radicalmente la pobreza. Se requiere una clase dirigente responsable y diligente, dotada de empatía social y compromiso con su pueblo. rhommesr@hotmail.com
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