Columna


El poder de la mente y la ciencia

RICARDO VÉLEZ PAREJA

16 de agosto de 2010 12:00 AM

RICARDO VÉLEZ PAREJA

16 de agosto de 2010 12:00 AM

El primer domingo de agosto estuve con mi hijo Ernesto y sus hijos compartiendo momentos felices. Mi nieto menor Santiago se quedó conmigo por la noche y lo llevé a que escogiera una película para verla juntos comiendo crispetas. Vimos “Shrek” o el ogro enamorado en su primera versión que es la mejor. No tardó en dormirse a mi lado y traté de conciliar el sueño dando vueltas en la cama, pero sentía una alteración en mi ritmo cardíaco, me preocupé y comencé a pensar que se me habían dañado las válvulas tantas veces cambiadas de mi corazón. Creí tener una fuerte taquicardia y me martiricé pensando lo peor. Sin embargo, el lunes a las 5 AM. decidí caminar con mis compañeros caminantes de todas las mañanas y no me cansé, lo cual era buen indicio. Pasé el día muy inquieto y pensando en la terrible posibilidad de una quinta cirugía. Decidí en la noche llamar a mi cardiólogo Carlos García y me dio cita para el día siguiente. Mi hijo Ricardo se dio cuenta de la alteración cardíaca y me dejó a mi otro nieto Pablo a que durmiera conmigo para distraerme con él. Traté de dormir, pero me fue imposible. Sentí sospechosos dolores en mi brazo izquierdo, se aumentaba el ritmo cardíaco y el miedo a un infarto se apoderó de mí. La mañana siguiente no caminé por prudencia y mis hijos me acompañaron muy preocupados a la cita médica temiendo una recaída. Se demoró un poco el médico, pero finalmente me hizo el electrocardiograma y un minucioso ecocardiograma para ver en directo el corazón y las válvulas. Me dijo: Tienes tu corazón y tus válvulas funcionando muy bien. Tu ritmo cardíaco está un poco alterado. ¿Has tomado tragos o has tenido alguna impresión que te haya afectado? Sí, – le contesté – el pasado viernes tuve una bohemia de tragos y poesía con varios amigos en el Mesón de María Mulata y antes me impactó ver a mi madre en el hospital con su pierna amputada y bastante deprimida. Entonces quiero decirte – concluyó el médico – que tú no tienes absolutamente nada y es normal que se te haya alterado el ritmo cardíaco con esas dos experiencias. Hay miles de personas que viven con ese ritmo cardíaco y es natural en ti después de tantas operaciones. Todo lo anterior lo cuento porque muchas veces nos dejamos llevar por las negruras de la mente pesimista y el miedo que agravan cualquier problema que se presente, en vez de recurrir a la energía cósmica de Dios que nos fortalece y nos da fe para seguir adelante y a la ciencia médica para vencer las enfermedades y obstáculos que a diario se presentan en la vida. He aprendido a través de mis 6 cirugías, que lo esencial para el ser humano es la salud física y mental, porque entre esos dos elementos, está la necesidad que tenemos los humanos de acudir a la vida espiritual que es lo que realmente alimenta y nos pone en movimiento a todos, sin excluir la parte material, la alimentación física y la prosperidad. Somos la expresión de lo que pensamos y por eso es esencial dominar los miedos, el pesimismo y sembrar siempre semillas de optimismo. Hay que vivir cada instante a plenitud (Carpe Dien de Horacio) y con tranquilidad de alma. De allí el aforismo del poeta romano Juvenal: “Mente sana en cuerpo sano”. *Abogado y escritor rivelpa@yahoo.com

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