Columna


El verdadero galeón San José

JORGE ENRIQUE RUMIÉ

25 de septiembre de 2009 12:00 AM

JORGE RUMIÉ

25 de septiembre de 2009 12:00 AM

Al final de una tarde de junio en 1708, perseguido implacablemente por el navío inglés “Expedition”, con 74 cañones a bordo, el galeón San José trata de escaparse desesperadamente entre las aguas tranquilas del Caribe colombiano, frente a las islas del Rosario en Cartagena, pero le resulta imposible: la embarcación trae demasiado oro, plata y piedras preciosas, con destino a la corona española. Como quien dice, la glotonería saqueadora se convirtió en su propio verdugo. Cuentan los historiadores que no había suficiente viento para mover la embarcación “más cargada de tesoros provenientes de las colonias españolas”, y entre fogonazos de los cañones, exactamente cuando la noche le pedía permiso a la tarde para asomarse, es decir a las 7 P.M., el barco explota misteriosamente y se pierde en las profundidades del océano, con su fortuna a bordo. Desde aquel momento nació la leyenda por recuperar un tesoro estimado hoy entre los 5.000 y 10.000 millones de dólares (algo así como 20 veces el presupuesto de Cartagena en un año), escondido en las profundidades del mar, exactamente donde las sirenas duermen su siesta. ¿Quién no ha soñado con encontrar tesoros en su vida? ¿Quién no desea resolver sus apremios buscando fortuna en las profundidades del océano? Pero al mismo tiempo me pregunto: ¿por qué siempre estamos escudriñando en los mares oscuros y peligros? Cuando muchas veces (para no decir siempre) la solución a nuestros problemas permanecen a la vista, en nuestras propias narices. ¿Somos pobres? “Claro que sí”, respondemos rápidamente, porque así lo predicamos a los 4 vientos en Cartagena; cuando la realidad es que tenemos una ciudad repleta de los mayores tesoros que podamos usar. La leyenda del San José se convierte así en la metáfora de la riqueza extraviada en las profundidades de un océano imaginario que baña la ciudad empobrecida, con la tradición de unos gobernantes que no ven las oportunidades ofrecidas. ¿Será que en eso consiste el subdesarrollo, en buscar el progreso en lugares impenetrables? Pareciera que sí, porque el inventario de tesoros disponibles es impresionante: ¿Cuánto podríamos lograr desarrollando a Barú, por ejemplo? ¿Cuánto vale Tierra Bomba? ¿Estamos usando eficientemente la Bahía? ¿Y qué decir del Centro Histórico, de las Murallas y Fortificaciones? ¿A quién le sirve el fuerte de San Fernando de Bocachica? ¿Y el Laguito? ¿Explotamos el canal del Dique? ¿Estamos manejando adecuadamente nuestras Playas? ¿No será que el proyecto de Canales y Lagunas es el verdadero galeón San José? Me comentaba recientemente un amigo que en pocos meses tendremos en funcionamiento el “Emisario Submarino”, lo que viene a significar que el 60% del alcantarillado que hoy estamos arrojando a la ciénaga de la Virgen (el 40% restante sale por la bahía), con toda su porquería a bordo, quedará en la historia, y en poco tiempo, acompañado del saneamiento que viene logrando “La Bocana”, estaremos recuperando a uno de los espejos de agua más amplios y bellos de la costa colombiana. ¿Se imaginan ustedes la valorización de predios para toda la zona Sur Oriental, casualmente la más pobre del Distrito? O será otro galeón perdido en el inventario de tesoros inexplotados de Cartagena. *Economista, Empresario jorgerumie@gmail.com

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