Columna


Estaba cantado

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

30 de agosto de 2009 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

30 de agosto de 2009 12:00 AM

Si algún gobernador tuvo la gabela de iniciar su mandato para hacer maravillas en el sector de la salud, con recursos suficientes y sin tropiezos, fue el señor Berrío. El Ministerio de la Protección Social y la Administración anterior, aunque hoy lo niegue, le pusieron el tablero en cero kilómetros para que desde el día de su posesión hiciera lo que no hizo: honrar su diploma. La primera falla –denunciada en este mismo espacio– fue que no designó a los auditores médicos que avalaran los cobros por servicios prestados a la población más vulnerable. A lo largo de quince meses, las facturas se pagaron como llegaron, sin la vigilancia que asegurara la conformidad entre lo facturado y lo pagado. Es presumible que por la omisión de una exigencia legal tan importante el detrimento patrimonial sea gordo. Recordemos que la cifra de ejecución que dio a conocer el primer interventor de la Secretaría de Salud fue de $7000 millones. En cambio, los pagos de las facturas por los servicios para la misma población vulnerable que no están cubiertos por los subsidios se aquerenciaron con el mal olor de las gavetas. Este y el anterior fueron dos puntos concretos que el gobernador pudo haber explicado en el comunicado de prensa que expidió el lunes pasado, que era lo que la opinión esperaba. Pero lo sedujo el uso fácil del espejo retrovisor cuando la sanción le sobrevino por lo que él nunca quiso ver por el vidrio panorámico. Sin embargo, le queda tiempo para explicarlos y agregar por qué, al asumir el cargo, no denunció, para hacer un deslinde entre lo vitando y lo noble, las anomalías que halló cuando las luces de su mente alumbraron la tiniebla de diez años atrás. Tendrá tres meses para recopilar datos y sentarse a redactar unos descargos que nos devuelvan la esperanza de que con J. salvemos todos a Bolívar (es la letra que aparece, con las falanges y las uñas de una mano, en las puertas de las camionetas oficiales) Otra protuberancia que el gobernador no vio por el panorámico: las acciones de promoción y prevención en salud para reducir las enfermedades que oprimen y diezman a la población marginada. Allí sí que el desastre fue conturbador, pues varias de ellas se dispararon entre gente de todas las edades, y los contratos interadministrativos suscritos entre el Departamento y los hospitales San Antonio de Padua, La Divina Misericordia, Nuestra Señora del Carmen y Universitario del Caribe para prevenir los principales factores de riesgo contra la salud, aterrizaron después de caídos los rayos de la desidia. Estamos a la espera de sus informes y balances. Entonces, funcionaron como relojito los pagos sin auditoría médica, sufrieron demoras los de las cuentas sin subsidio y resultaron tardíos los de las campañas de salud preventiva. Alguna razón prevaleció para que los recursos abundaran en el primer caso y escasearan en los dos restantes. Esa es la que los bolivarenses queremos conocer en un comunicado de prensa puntual y explícito, a satisfacción de los acreedores y los usuarios de los servicios, así como el fundamento que tuvo el gobierno para impedir que los interventores nombrados por la Superintendencia, luego de detectada la fanfarria, cumplieran la tarea que se les confió. Estaba cantado el primer trimestre de penitencia. *Columnista y profesor universitario carvibus@yahoo.es

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