Columna


Exitoso

JORGE ENRIQUE RUMIÉ

15 de enero de 2010 12:00 AM

JORGE RUMIÉ

15 de enero de 2010 12:00 AM

Hay historias que merecen contarse, en especial aquellas que tienen algo bueno que aportar a la noble causa de vivir. Porque como diría alguien por ahí: “morir no es prueba suficiente de que hayamos vivido”. La historia tiene que ver con el doctor Dean Ornish, fundador y presidente del Instituto de Investigación de Medicina Preventiva de Sausalito, California, donde se estudia el impacto de la mente en la curación de enfermedades graves o terminales. El doctor Ornish es autor de varios “best sellers” y es considerado en los EE.UU. como una de las personas más influyentes de su generación en el área de la salud. Como sucede con muchos, desde muy joven recibió la presión familiar por convertirse en lo que consideramos hoy día como el modelo de la persona “exitosa” (es decir, millonario, consumidor por naturaleza, obsesivo con mostrar y aparentar), y donde acumular posesiones es el objetivo de la felicidad eterna. Mientras que el resto de la humanidad -la mayoría, obviamente– serán considerados como unos simples “perdedores”, el calificativo de moda en nuestra sociedad actual. Como era de esperarse, para cumplir con su mandato social, el señor Ornish se matriculó en la Universidad de Rice, Texas, reconocida por su competitividad académica, pero curiosamente uno de los centros educativos con mayor tasa de suicidios per cápita en los EE.UU. Como recordaría él: “Desde el principio me preocupó que mi desempeño no fuera suficiente para ser aceptado en la escuela de medicina. Quedé atrapado en un círculo vicioso; mientras más difícil me resultaba estudiar, más me preocupaba. Mi mente trabajaba a tal velocidad que no podía dormir”. El hombre comenzó a deprimirse, el insomnio lo atormentaba diariamente y como temía incumplir las expectativas de sus padres y la sociedad, terminó llenándose de inseguridades que iban minado su autoestima. Al poco tiempo fue diagnosticado con “mononucleosis”, una enfermedad donde el mismo agotamiento te impide levantarte de la cama. Y claro, cuando todos los problemas se acumulan y la desesperanza te abraza, el suicido surge como el camino más expedito para acabar con el calvario de sentirse un “perdedor”. Afortunadamente, al poco tiempo le “sucedió algo que lo cambió todo”. Por intermedio de su hermana conoció una especie de maestro espiritual indio llamado Satchidananda, un “swami”, que le dijo la primera noche: Dean, “nada puede proporcionarte una felicidad duradera, pero tú ya la tienes hasta que la alteras”. Y fue cuando descubrió que las cosas eran diferentes a los preceptos tradicionales de su educación y cultura, donde siempre estamos buscando cosas “externas” para ser felices, “nunca es suficiente”, acumular, llenar el equipaje y cuando creemos tenerlo todo, encontramos que el gozo es efímero y quedamos iguales. El maestro “swami” le enseñó a ser más tranquilo, que buscara en su interior, que meditara diariamente y que literalmente mandara a la mierda todas las presiones y mandatos impuestos (bueno…; me emocioné y la “palabrita” es mía) y fue cuando se quitó tremendo peso de encima. Desde aquel momento Ornish nació nuevamente, se inscribió en otra universidad y buscó su propio camino. La vida tiene su cuento: buscamos afuera y el secreto lo tenemos en cada uno. *M.A. Economía, Empresario

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS