Columna


Fanfarronerías

ÓSCAR COLLAZOS

14 de noviembre de 2009 12:00 AM

ÓSCAR COLLAZOS

14 de noviembre de 2009 12:00 AM

Los vientos de guerra que Chávez siente al pronunciar sus discursos incendiarios, producidos desde su ventilador de cabecera, encontraron un pretexto perfecto en el tratado militar que Colombia firmó con Estados Unidos, tratado que aún no ha pasado por la aprobación del Presidente Obama. Rechazar las provocaciones de Chávez como fanfarronerías de un hombre acosado por sus problemas internos no significa aceptar los términos de un tratado que hipoteca nuestra soberanía y abre agujeros profundos en nuestras relaciones con los vecinos. Las reservas manifestadas en UNASUR por los mandatarios del subcontinente no le dan la razón a la paranoia belicista del ex coronel. Chávez está haciendo lo posible por “norteamericanizar” las razones de su discurso pendenciero, pero ésta no es sino una parte del problema. Es cierto que el tratado militar con Estados Unidos puede echar más leña al fuego que arde en la región, pero, curiosamente, Chávez no está haciendo otra cosa que acudir a la fanfarronada “preventiva” de dar por cierta una inminente agresión de Colombia y Estados Unidos contra Venezuela. Un hombre que se ha pasado la vida ejerciendo más como militar que como civil, piensa como militar. Piensa en guerra inminente cuando, en el resto de los países latinoamericanos, la preocupación que suscita el tratado militar entre Bogotá y Washington es todavía “negociable” en términos diplomáticos. El delirio antiyanqui le sirve a Chávez para desviar la atención de los problemas venezolanos, que no son solamente los de la oposición creciente, sino el deterioro de la tranquilidad social, el difícil mercado de alimentos, la inflación y el flujo lento de los petrodólares que subvencionan a la “revolución bolivariana.” Pero por un efecto secundario, su agresividad contra el gobierno colombiano atornilla más a Uribe en la silla que soporta esos huesitos desde hace 7 años. Chávez consigue que desaparezcan las dudas razonables que muchos colombianos demócratas y no necesariamente antiuribistas empezaban a abrigar sobre la reelección de Uribe. La coalición gobiernista y la burocracia de lujo que quiere seguir teniendo chamba hasta 2014, bailan en una pata. No han tenido que invertir ni un solo bolívar devaluado en la campaña que se hace desde el Palacio de Miraflores de Caracas; no se ha tenido que dar una sola notaría ni regalado miles de millones a través de Agro Ingreso Seguro a las familias de terratenientes que pusieron platica para las campañas de reelección. Chávez hace gratis lo que a los uribistas les costó una millonada, conductas delictivas, desafíos a la Constitución y corrupción dentro del Gobierno. En el interior de Colombia, lo que podría desprestigiar a Uribe, lo apuntala. Estos “vientos de guerra”, mejor dicho, estas ventosidades belicosas, nada tienen que ver con la tentación autoritaria que desvela al presidente de Colombia. Tienen más que ver con el delirio autoritario y mesiánico que trasnocha a Chávez. Uribe sólo le hado un argumento nuevo: un vergonzoso tratado militar con Estados Unidos. *Escritor salypicante@gmail.com

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