Columna


Fémina del deseo y la codicia

LIDIA CORCIONE CRESCINI

26 de enero de 2010 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

26 de enero de 2010 12:00 AM

Quizás esto tenga su explicación, y por ser Cartagena mujer, ha sido tan deseada y codiciada: españoles, piratas, extranjeros inversionistas, turistas mundiales, nacionales y nativos, andan ávidos de conquista ante la elegancia, contorno y taconeo de una ciudad apetecida en todos sus aspectos. Como una “colación” servida para una tarde de té al estilo inglés, su sabor y “fragancia” es disputada por algunos comensales que -proyectándola hacia una imagen de “progreso”- toman resoluciones categóricas porque su palabra es “la ley”, y amparados bajo la Ley, “siguen siendo los reyes”, en este caso de “la reina y de sus hijos”. Que el recaudo de impuestos la sostiene es indiscutible, entendible y sagrado, no me cabe la menor duda, pero maltratar a sus hijos abruptamente es algo así como lo que nos enseña la psicología: “los golpes no educan a nadie”, todo lo contrario, rebelan y convierten a los hijos en personas más agresivas, conflictivas, sembrando en su corazón resentimiento, irrespeto y rebelión latente. El avalúo polarizado en los predios es el ejemplo más preciso y con un agravante: hacernos creer que este “reajuste necesario” (aún sigo sin entender el término necesario), se debió a que desde 2003 no se hacía, y bien sabemos todos los contribuyentes que cada año se hace paulatinamente, ya que en los recibos que poseo aparece la propiedad incrementada exponencialmente. No soy versada en planeación, impuestos o tecnología, pero a mi modesto entender todo el boom de construcciones (edificios, centros comerciales, remodelaciones, etc.), desde el momento en que son autorizadas, ya están pagando una suma por la licencia. Terminadas esas moles de concreto, representan un recaudo (recordando que la sumatoria de estos edificios ya forma una ciudad en sí mismos), lo que significa que los ingresos por impuestos se elevan inmediatamente. Me explico: hace 5 años una casa con 1.000 mts.2 pagaba la suma liquidada por esos mil mts.2. Hoy esas casas ya no existen, son edificios con 50, 60 ó 70 apartamentos en los mismos 1.000 mts.2, se convierten en 6, 7 y 9 mil mts.2 de área construida. y eso representa impuestos. ¿Quién ha dicho que las construcciones por sí solas son las que valorizan? ¿Acaso esos incontables edificios nuevos han valorizado en algo? Siguen las mismas calles estrechas, las alcantarillas rebosadas, la bahía que nos inunda, las ratas que parecen conejos cruzando las calles, placas de concreto vibrando cuando pasan los automotores pesados, falta de andenes, de tapas de alcantarillas, contaminación ambiental, falta de parques, canchas, de buenos servicios públicos, de vías de acceso. Tener eso es lo que valoriza a una ciudad y no los apartamentos y casas que cada cual se encarga de cuidar y decorar a su antojo. No es que no queramos pagar impuestos, sino que la experiencia nos demuestra que por más que pagamos, no se ven los resultados y somos abusados. Un incremento del 68, 70% y hasta 100%, no me parece viable bajo ninguna circunstancia y, en proporción a nuestra realidad, es incongruente y desfasado. ¡Sí queremos contribuir!, pero que sea justo. *Abogada, escritora y docente en Filosofía CBC. licorcione@gmail.com

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