El país no puede olvidar de dónde veníamos, ni la Colombia que le entregamos a Álvaro Uribe Vélez y la que él nos devuelve después de ocho años de trabajo sin descanso. Ya no secuestran a más de 3.000 personas al año. El secuestro es un delito marginal. El Gobierno, apoyado en sus pilotos, policías, soldados e infantes, le arrebata a la guerrilla los secuestrados. Ya no estamos donde los paramilitares alimentan la violencia, expropiación y desplazamiento, sino en un país donde, gracias a la Ley de Justicia y Paz, más de 35.000 autodefensas se desmovilizaron; entregaron miles de armas; devolvieron activos para procesos de restitución y reparación de las víctimas; y se conocieron cerca de 70.000 crímenes, antes condenados a la impunidad. Estamos en un país de rutas abiertas y de grandes atractivos para el turismo nacional e internacional. El país cambió gracias a la restitución del orden, desaparecido de la conciencia colectiva: estábamos perdiendo la verdadera libertad. El principal legado de Álvaro Uribe Vélez, no es la seguridad democrática, sino devolverle el norte a un país que refundió su noción de patria y visión de futuro en medio de una vorágine de violencias. Es el gran conductor, que arrebató a Colombia del filo del despeñadero y la puso en el camino de la prosperidad y el bienestar. El país no puede olvidar. Los ganaderos no olvidamos que más de 3.000 de los nuestros fueros asesinados o secuestrados, miles extorsionados y perseguidos, sin que aún la justicia dé cuenta de este genocidio. El Gobierno entrante recibe un país en las mejores condiciones económicas y fiscales. Durante los últimos 8 años, se multiplicó por 2,5 el PIB; el ingreso per cápita pasó de 1.312 dólares a 5.279; las reservas internacionales alcanzaron los 26.000 millones de dólares; la inversión extranjera supera los 10.000 millones y la deuda externa bajó del 40%, al 26% del PIB. Las cifras son elocuentes. En los mercados de capital y en las decisiones de los inversionistas nuevamente miran a Colombia. “No olvidar” será la consigna de los ganaderos para aprender del pasado y construir un mejor futuro, para entender que el camino hacia la modernización se allana cuando la preocupación cotidiana ya no es preservar la libertad y la vida, sin el costo de la extorsión, cuando la zozobra da paso al optimismo, y los esfuerzos se pueden concentrar en la producir y competir. No podemos volver a equivocarnos. Confiamos en el Gobierno de Juan Manuel Santos Calderón, y lo apoyamos. Presidente Uribe: gracias por entregarle a Colombia su propia vida, para vivir la vida de los colombianos; por reencontrar para nuestro país la esperanza perdida, la soberanía nacional, la dignidad patria y el respeto internacional; porque nuestra patria es destino apreciado y con oportunidades de negocios para el mundo; por devolverle a la vida rural y a la producción agropecuaria sus derechos; a las ciudades, sitiadas por el terror, la libertad y la actividad económica; por abrirle caminos a este país, atropellado por la violencia y antes defendido sin voluntad política; por sentir como ganadero y compartir nuestras preocupaciones y expectativas. Gracias por llenarnos de propósitos y por acercarnos al sueño de una Colombia mejor para nuestra generación y para las venideras. Gracias, señor presidente. *Presidente ejecutivo de Fedegán jflafaurie@yahoo.com
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