Columna


Hace 70 años Hitler tiró los dados

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

06 de septiembre de 2009 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

06 de septiembre de 2009 12:00 AM

El 1 de septiembre de 1939, a las 4:45 a.m, el acorazado alemán “Schleswig –Holstein” disparó sus cañones contra la guarnición polaca de la fortaleza de Westerplatte, Danzig (hoy Gdansk). Simultáneamente, 62 divisiones alemanas, apoyadas por 1.300 aviones, comenzaron la invasión de Polonia. De esta forma se inició la II Guerra Mundial, el más grande conflicto de la historia, que dejó como secuela más de 55 millones de muertos. La decisión del dictador alemán Adolfo Hitler de invadir Polonia fue un golpe de dados, ya que Alemania no estaba preparada ni militar ni económicamente en ese momento para una guerra, en la cual, como se demostraría posteriormente, tendría como contendores a Inglaterra, Francia y en 1941, a los Estados Unidos y a Rusia. Los generales de Hitler le pidieron que tuviera cautela y le solicitaron esperar hasta 1943, para estar mejor apertrechados y para que Alemania estuviera en mejores condiciones económicas para enfrentar una guerra contra las potencias occidentales. Sin embargo, Hitler desestimó sus consejos y se lanzó a la guerra. En Polonia el ejército alemán realizó casi una marcha triunfal. En los dos primeros días casi todos los aeropuertos y la fuerza aérea polaca estaban destruidos. A los 15 días los nazis habían llegado a los arrabales de Varsovia. Stalin, aliado momentáneo de los nazis, invadió a Polonia por el este, en virtud de un pacto inmoral que firmó con su archienemigo, Hitler, y por el cual, el 1 de septiembre de 2009, 70 años después, Putin, Primer Ministro de Rusia, hizo un tímido “Mea culpa” al declarar que ese acto era condenable “sin ninguna duda”. El 19 de septiembre de 1939, Hitler entró a Danzing, en medio del júbilo de sus habitantes (de mayoría alemana) y el 27, Polonia ya no existía, su territorio se lo habían repartido como un pollo despresado Hitler y Stalin, los dos dictadores gánsteres del siglo XX. Pero, a pesar de esta contundente victoria, Hitler en vez de estar brincando de la alegría, estaba preocupado porque Gran Bretaña y Francia se negaron a aceptar la oferta de paz que hizo en los primeros días de la invasión. Él debió atisbar que Alemania había ganado una victoria rápida, pero que la guerra sería larga y difícil. Una anécdota lo confirma. El 3 de septiembre, el embajador inglés, Henderson, se presentó al despacho de Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores, quien no lo recibió. Entonces el diplomático inglés le entregó un ultimátum al intérprete del ministerio, Paúl Schmidt, en el cual decía que: “A menos que a las 11 de la mañana Alemania se retirara de Polonia, un estado de guerra estallaría entre los dos países”. En ese momento se puede decir que estalló la II Guerra. Hitler, había hecho una apuesta excesiva en solo golpe de dados y desoyó el consejo de sus generales y se siguió por Ribbentrop, quien le había asegurado que Inglaterra no pelearía por Polonia. Por eso, cuando Hitler recibió el ultimátum de Henderson, quedó casi petrificado y minutos más tarde se volvió enfadado hacia Ribbentrop y le preguntó colérico: ¿Y ahora qué? Su apuesta había fracasado y si bien había avasallado contundentemente a Polonia, cinco años y medio después, Alemania estaría vencida y totalmente destruida. *Directivo Universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena. menrodster@gmail.com

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