Columna


Hacia un modelo alternativo

AMYLKAR D. ACOSTA M.

19 de junio de 2010 12:00 AM

AMYLKAR D. ACOSTA M.

19 de junio de 2010 12:00 AM

Las grandes falencias del modelo económico del país, de las dos últimas décadas, imbuido de la teoría schumpeteriana del Estado, exigen reorientarlo. Schumpeter se contradice cuando, al tiempo que defiende a capa y espada la intervención del Estado para promover el crecimiento económico, repudia que lo haga para mejorar la distribución del ingreso. Según él, la distribución del ingreso vía impuestos y/o gasto público limita el capitalismo. Él consideraba que “si el beneficio es objeto de impuestos (…;) se perdería lo que en la práctica es el motivo individual más importante para la búsqueda del progreso industrial”. De allí seguiría que “la naturaleza progresiva del sistema impositivo es dañina para la economía, porque tiende a discriminar en contra del ahorro y de las herencias, reduciendo la formación de capital e introduciendo distorsiones en la asignación de recursos”. Esta tesis es muy consistente con la de Kuznets, para quien es natural que la desigualdad crezca en el despegue económico, asumiéndola como el costo de crecer. La estructura impositiva colombiana es regresiva, y va contra la Constitución Política. Ello se explica por el peso cada vez mayor de los impuestos indirectos sobre los impuestos directos, amén del sesgo a favor de estos al establecer deducciones, descuentos, exenciones o exclusiones. Ello, sumado al crecimiento sin empleo, concentró más la riqueza y el ingreso en Colombia. Según el DANE, el 45,5% de la población, más de 20 millones de habitantes de los 43,7 millones, están por debajo de la línea de pobreza, al tiempo que el 16,4%, 7,2 millones, son indigentes. El Coeficiente Gini en Colombia, entre 0 y 1, en donde 0 corresponde a la igualdad y 1 a la desigualdad, que mide el grado de concentración del ingreso, está en el 0,578, muy cercano al de 15 años atrás. Colombia fue el único país de Latinoamérica que no aprovechó el llamado quinquenio virtuoso (2003–2007) para mejorar la distribución del ingreso y reducir la pobreza. En cuanto a la pobreza, México y Colombia a duras penas la redujeron del 39,4% al 34,8% (4,6 puntos); y del 53,7% al 46% (7,7 puntos), respectivamente, muy por debajo del promedio de América Latina (44% al 33%, 11 puntos). Si comparamos 2005 con 2008, mientras la pobreza bajó de 49,2% a 46%, la indigencia creció 2,1 puntos porcentuales. Muchos de aquellos que salieron de la pobreza pasaron a ser indigentes. De los 2,3 millones de personas que dejaron de ser pobres, 1,12 millones, menos de la mitad, superaron la línea de pobreza. El resto, 1,18 millones, salieron de la pobreza a la pobreza extrema. Como lo acaba de sugerir Alicia Bárcena, Secretaria de la CEPAL, es hora de “que los países revisen, sobre todo, la tasa de tributación y la estructura de la tributación para tratar de darles más fuerza a los impuestos directos por encima de los impuestos indirectos, que son más regresivos. Y que el gasto sea cada vez más redistributivo”. En su concepto, es menester “un profundo análisis del papel de las instituciones y de la regulación de los mercados y redefinir el rol del Estado para generar las condiciones adecuadas que lleven a la región hacia un camino de desarrollo sostenible con igualdad”. ¡Más claro no canta un gallo! amylkaracostamedina@gmail.com www.amylkaracosta.net

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