Columna


Hacia una Cartagena gentil

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

16 de agosto de 2009 12:00 AM

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

16 de agosto de 2009 12:00 AM

Blas Pascal fue un genio de las matemáticas, inventor de la calculadora, filósofo y místico. Un buen día percibió, de golpe, la gran contradicción de los tiempos modernos que acababan de consolidarse: la desarticulación entre dos principios que él llamó esprit de géométrie y esprit de finesse. Espíritu de geometría es la razón calculadora, instrumental y analítica, que se ocupa de las cosas, en una palabra, la ciencia moderna, que con su poder cambió la faz de la tierra. Espíritu de finura, que nosotros traducimos por espíritu de gentileza es la razón cordial –logique du coeur (la lógica del corazón) según Pascal- que tiene que ver con las personas y las relaciones sociales, en una palabra, con otro tipo de ciencia que cuida de la subjetividad, del sentido de la vida, de la espiritualidad y de la calidad de las relaciones humanas. Ambas razones son necesarias para realizar la existencia. ¿Qué haríamos hoy sin la ciencia? ¿Qué seríamos sin ética, sin caminos espirituales y sin psicología? El drama de hoy es haber desarticulado estas dos razones imprescindibles. Inicialmente se combatieron mutuamente; después, marcharon paralelas y hoy buscan convergencias en la diversidad, en el esfuerzo, aunque tardío, de salvar al ser humano y la integridad de la naturaleza. El hecho es que hubo inflación del espíritu de geometría; con él creamos el mundo de los artefactos, buenos y perversos, desde la nevera que hace posible la venta de hielo en El Pozón para el rebusque, hasta los cohetes suecos encontrados en manos de las Farc. El espíritu de gentileza nunca adquirió centralidad, por eso somos tan vacíos y violentos. Hoy es urgente. Solo hay una disyuntiva: seremos gentiles y cuidantes o nos “entredevoraremos”. ¿Por qué se me ocurre poner esto en la lectura serena del domingo? Por la violencia social que viven Cartagena y el Departamento. Una ciudad riente de dientes muy blancos, que en el esplendor de su belleza paisajística se casó felizmente con la cordialidad de su gente, hoy ve que la confianza en la transparencia, la idoneidad de quienes la representan y el reconocimiento de su ethos cultural no son ciertamente un valor social. Perdimos la cordialidad y la naturaleza paisajística que produjeron la grandeza humana de Don Vizo y Doña Tera. El noble rincón de los abuelos sigue ahí…;pero ya no nos alegra porque el cuadro de violencia turba nuestros ojos y nuestro corazón se dispara de miedo y desconfianza. Tenemos que oír el llamado de esos grandes hombres y mujeres que forjaron la ciudad desaparecida. La Cartagena morena, riente y gentil. Esos hombres y mujeres enviados por Dios a nuestra ciudad fueron: San Pedro Claver, quien en medio de una sociedad esclavista supo ser profeta de la gentileza, viendo la imagen de Dios en el negro sometido y dejándonos como herencia el servicio. San Luis Beltrán, anunciador incansable de la palabra de Dios desde un profundo respeto por los más pequeños. Santa María Bernarda, símbolo de la delicadeza y el cuidado por los pobres y sufrientes y Monseñor Eugenio Biffi, pastor de los tiempos difíciles que cuidó con amor ovejas serenas y cabras locas. Todos ellos fueron siempre conscientes de que gentileza genera gentileza. Hoy su mensaje es de extrema urgencia. Necesitamos el símbolo puro de estos profetas de la gentileza y el buen trato de esa Cartagena hacedora de santos. Volvamos a las fuentes. Allí el agua es más fresca, más pura, más transparente y sabe más dulcemente. *Sacerdote y sociólogo, director del Programa de Desarrollo y Paz de los Montes de María. ramaca41@hotmail.com

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