Columna


Honrando a Talese

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

08 de enero de 2010 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

08 de enero de 2010 12:00 AM

A mediados de 1979, con ocasión del trabajo de un grupo de aspirantes a escritores en torno a la revista que denominamos “En tono menor”, se me volvió un imperativo leer a Tom Wolf, Norman Mailer y Gay Talase, quienes se habían convertido en unos hitos del periodismo literario, pues demostraron que valiéndose de las técnicas del arte de narrar y hurgando en la génesis, desarrollo y desenlace de acontecimientos sin aparente trascendencia, se podía delinear el perfil de personas (cuya existencia podíamos constatar) para recrear situaciones que nos aproximaran a la realidad que nos circunda. De Tom Wolf y de Norman Mailer continúe teniendo noticias a través de las reseñas que de sus libros se hacían en las revistas especializadas en literatura, los cuales pude adquirir en las librerías. En cambio de Gay Talase no supe nada más. Nadie daba razón de sus obras, ni siquiera en las bibliotecas que se dotan continuamente. Debía conformarme, pensé, con haber conocido “La mujer de tu prójimo”, “Fama y oscuridad” y “Honrarás a tu padre”. Pero, a mediados del año pasado, tal vez como una respuesta comercial a la visita que hizo a Colombia a finales de 2008, en el anaquel de una librería de Bogotá, me tropecé con “Retratos y encuentros” y “Vida de un escritor”. No lo dudé y me hice a los libros, cuya lectura me permitió redescubrir la versatilidad de quien a no dudarlo es un escritor que debe estudiarse a profundidad, no sólo por la precisión con que suele ambientar los escenarios en donde transcurren los sucesos de su narración y la caracterización de los personajes, sobre todo tras el abatimiento que sucede al fracaso y los impulsa a la desesperanza, la resignación o a emprender la reivindicación, a pesar de saber que las probabilidades de reasumir la gloria pueden haberse agotado; sino por ser un explorador que tiene la pericia para encontrar los acontecimientos que permitirán hacer arte revelando la realidad. La mayor virtud de Talase es la de crear sus héroes a partir del individuo. Por eso sus textos tienen datos hallados en la calle y una amistad entrañable y antigua entre él y el personaje de la historia que conduce a la confidencialidad, lo que le permite hacernos sentir que el reportero está contando unos hechos como si los hubiera presenciado, no sólo como espectador, sino, lo determinante, como partícipe, de ahí que desarrolla la narración como lo haría el productor que, además de seleccionar las imágenes que captaron sus camarógrafos, nos enfrenta a la causa de las emociones y las reacciones, poniéndonos a sentir los desplazamientos y sentimientos del entrevistado. Es que Talese, como él mismo lo explicó, aprendió “a escuchar con paciencia y cuidado y a no interrumpir nunca, ni siquiera cuando las personas se veían en grandes apuros para darse a entender, ya que en esos momentos de titubeo y vaguedad la gente suele ser muy reveladora: lo que vacilan en contar puede ser muy diciente”. Ojala las editoriales resuelvan publicar los textos de este autor que nos enseña que carece de seriedad y sindéresis escribir sobre asuntos cuyo origen, desarrollo y desenlace se desconocen. *Abogado y profesor universitario.

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