Columna


Humanizando el conocimiento

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

16 de diciembre de 2009 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

16 de diciembre de 2009 12:00 AM

El recuento histórico se remonta al 12 de febrero de 1905, en Cartagena de Indias. Seis Hermanos de la Comunidad de San Juan Bautista de La Salle arribaron a la antañona ciudad, apoyados por el Arzobispo Pedro Adán Brioschi y con la voluntad resuelta de contribuir al desarrollo educativo y cultural de la sociedad a la cual se vinculaban. Como lo comenzara a hacer a mediados del Siglo XVII, en tierras francesas, el fundador de la congregación. Después de unas primeras experiencias pedagógicas, las labores educativas lasallistas se pusieron en marcha el 29 de marzo de 1909, al dársele vida al Colegio de San Pedro Apóstol. Cinco años después el plantel educativo cambió de nombre, quedando consagrado desde entonces como el Colegio de La Salle de Cartagena. Un siglo de sobresalientes tareas educativas es la conmemoración que ha tenido lugar este año y que registró su punto culminante hace un par de semanas, al proclamarse el numeroso grupo de jóvenes que recibieron su titulo de Bachilleres. Quienes tuvimos el privilegio de cursar los estudios primarios y secundarios en este centro educativo, somos los mejor llamados a valorar lo que ha sido una extraordinaria línea de desarrollo en favor de la formación ciudadana en el “Corralito de Piedra” y el país. Desde la disponibilidad de magníficas instalaciones materiales hasta la Certificación de Calidad ISO 9001 y la vinculación con instituciones educativas de otras latitudes, el balance de resultados del Colegio de La Salle de Cartagena es merecedor del mayor reconocimiento público. En las Memorias del presente año, el Hermano Rector José Alexander Santafe Andrade consignó esta acertada apreciación: “Nos fortalece la seriedad y el compromiso frente a la tarea de educar”. Estimo que estas palabras sintetizan la motivación del equipo de educadores que, con gran devoción y guiados por las enseñanzas que dejara el preclaro hijo de la ciudad de Reims (Francia), día a día participan en la noble labor de formar buenos colombianos. El positivo desempeño que han tenido y continúan alcanzado incontables ex – alumnos, son expresión cabal de una orientación pedagógica que apunta tanto al avance en conocimientos como a la estructuración en una ética cristiana de los educandos. El recuerdo del claustro de la Calle de la Factoría y de quienes cotidianamente nos llevaban de la mano, en el empeño de proporcionarnos una educación integral, regresan a mi memoria. A ese elenco de beneméritos educadores lasallistas de ayer y de hoy, e inmediatos colaboradores, rindo mi emocionado homenaje de admiración. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos marcan2@etb.net.co

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