Columna


Idealismo

MIGUEL YANCES PEÑA

04 de mayo de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

04 de mayo de 2010 12:00 AM

Ya no hay ninguna duda, sólo hay dos candidatos; los demás, aunque las uniones embolatan los reembolsos, tienen que adherir a alguno antes de la primera vuelta porque ni unidos entre sí tienen opción, y lo más probable es que no haya segunda vuelta. El Partido Conservador, como tercera votación, define: podría unirse al partido que mejor represente sus principios –seria lo ético. No obstante está por verse si la disciplina de partido funciona, porque puede suceder que inducidos a votar por otro, sus simpatizantes se sientan en libertad de votar por quien se les antoje. Lo curioso es que la polarización no se da sobre políticas, o sistemas de gobierno distintos (no, ambos son capitalistas, enemigos de las Farc, y defensores de la inversión privada y el libre comercio), sino sobre dos corrientes filosóficas antagónicas: el pragmatismo y el idealismo. “Antanas Mockus es el reflejo del ferviente anhelo de cambio que anima a una gran parte de la población del país que considera que los resultados pragmáticos de estos últimos ocho años se lograron a costa de una creciente falta de transparencia. Buscan un cambio profundo, al punto de estar dispuestos a votar por Mockus para que defienda los principios que ha declarado, incluso a sabiendas de que su gobierno podría tener una difícil relación con el Congreso”. Eso me escribió una lectora. Por supuesto que no comparto esas apreciaciones que nos ha vendido irresponsablemente la oposición, en su afán de destruir, y los medios de comunicación capitalinos, de incrementar el rating, la circulación y las utilidades. Aquí lo que hay es un electorado desinformado, manipulado, o despistado. Confunden el “tapen tapen” y el “todos toman, todos contentos” de antes, con ausencia de corrupción. Y lo contrario, los casos puntuales, con su generalización. Estos asuntos hay que mirarlos desapasionadamente, sin intereses mezquinos y sin sesgos ideológicos. La transformación del país nació con las veedurías ciudadanas; las audiencias públicas; la reingeniería en tantas empresas estatales (Ecopetrol, Telecom, ISS, Inravisión; mas de 400); los portales de contratación de compras, obras y empleos públicos; la meritocracia; el referéndum que luego se aprobó en el Congreso, y que desarrolló la muerte política (desconocida hasta entonces) y puso tope a las pensiones estatales, entre muchas más. La reelección era una necesidad en la legislación colombiana (el fin justificó los medios); las chuzadas existen porque existe la tecnología y estamos enfrentando un conflicto interno de vieja data, que infiltra todos los poderes públicos, igual que la corrupción (el “miti miti” se descubrió por una chuzada). Y bajo esa circunstancia, es claro que atacar a alguno de los dos bandos fortalece al otro, por lo tanto lo indicado era rodear al Gobierno para debilitar a la guerrilla. El AIS, y los falsos positivos, no son consecuencias de la política de estímulos, que aumentará la siembra y puso a funcionar a las FFAA (recordemos el tilín tilín), si no de la inmoralidad de sus infractores. Este es un proceso de mejoramiento continuo (y de nunca acabar), y como dice el refrán, “transparencia absoluta, sólo en el cielo y el infierno, donde nadie tiene qué ganar ni qué perder.” Lo demás es idealismo. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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