Columna


Independencia y algo más

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

21 de julio de 2010 12:00 AM

AURELIO MARTÍNEZ CANABAL

21 de julio de 2010 12:00 AM

Coincidiendo con el comienzo de la conmemoración del bicentenario de nuestra emancipación de la Corona española, el Almirante Guillermo Uribe Peláez elaboró un estudio interesante titulado “Doscientos años de la independencia de Cartagena, del nacimiento de la Armada e historia de las escuelas navales”, trabajo que dio a conocer al ingresar a la Academia de Historia de Cartagena de Indias. Algo de interés especial, al repasar los sucesos que consolidaron el fin de la estadía española en esta latitud, es la reseña que hace el Almirante Uribe Peláez de los acontecimientos que tuvieron lugar en Cartagena durante los meses de mayo y junio de 1810, con anterioridad al grito de independencia del 20 de julio en la capital del Virreinato de la Nueva Granada. Y al 11 de noviembre del mismo año, que en la capital de Bolívar cortó las ataduras con el gobierno peninsular. Ha sido oportuna la recordación de los episodios que se sucedieron en Cartagena, a partir de la llegada a esa ciudad del comisionado regio Capitán de Fragata Antonio Villavicencio, especialmente el 14 de junio del mencionado año, cuando la sesión agitada del Cabildo local culminó con la destitución del gobernador Montes, constituyéndose una Junta Suprema de la Ciudad y Provincia de Cartagena. Esto sin duda fue un primer paso que le abrió camino a la causa separatista, cuyos doscientos años de iniciación ahora conmemoramos. Transcurridos dos siglos de independencia, cabe preguntarse: ¿cuál fue el alcance real del evento histórico del 20 de julio de 1810 y de sus desarrollos posteriores? En su obra “La revolución en América”, Álvaro Gómez Hurtado escribió: “Lo que se hizo fue dar un salto del régimen colonial paternalista y a veces casuístico, a las formas liberales más abstractas y exóticas, con el consiguiente traumatismo del cuerpo social. Esta drástica suplantación de sistemas es, en el fondo, la causa de ese radicalismo revolucionario que se advierte como una constante en la evolución política de Hispanoamérica”. En este largo transcurrir, Colombia ha asimilado paulatinamente la soberanía política, cuya chispa inicial estalló el 20 de julio santafereño. Nuestra nación ha ido avanzando dentro del enclave de sus cordilleras, en medio de contiendas civiles sucesivas y no siempre sintonizadas con los vientos progresistas de otros mundos. Afortunadamente la hoja de ruta que cobró dinamismo al comenzar el siglo XXI muestra ya síntomas inequívocos de avance cultural, progreso material y esfuerzos de mejoramiento social. Es algo que requiere continuidad, con sentido de superación. La conmemoración de las efemérides patrias debe ir más allá de los conciertos y desfiles públicos o las series dramatizadas por televisión. Ha de servir como motivación para reflexionar sobre los destinos nacionales. Al igual que como cita de encuentro entre los distintos sectores ciudadanos, con miras al fortalecimiento de los lazos de unidad interna. Quienes nos dejaron el legado precioso de la libertad, en ocasiones con el precio de sus vidas, deben seguir siendo referentes para acrecentar nuestro civismo y el compromiso con los mejores intereses patrios. Son cavilaciones sencillas que pueden hacerse en estas celebraciones. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos. marcan2@etb.net.co

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