Columna


La Boquilla: perros sin patio

LIDIA CORCIONE CRESCINI

15 de junio de 2010 12:00 AM

LIDIA CORCIONE CRESCINI

15 de junio de 2010 12:00 AM

De lunes a viernes, rumbo a mi sitio de trabajo, entrando por el anillo vial, mi bus bordea el mar, un espectáculo que me deja ensimismada. Créanme que por momentos llego a levitar. El agua, su ondulación, las gaviotas, los alcatraces, las canoas, La Bocana, los pescadores jalando su atarraya, pincelan la vida de forma magistral. De repente mi éxtasis lo interrumpe abruptamente una frenada en seco. El conductor del bus, quien maniobra bruscamente, arriesga su propia vida y la de sus pasajeros para evitar la muerte de un perro, que se pasea orondo por la orilla, cruzando la carretera intempestivamente, convencido quizá de que ese es el patio de la casa donde debe jugar, ladrar, corretear pájaros, lobitos polleros y mariposas. Justamente en el corregimiento de La Boquilla, antes zona exclusiva de nativos dedicados a la pesca, por estos días los canes proliferan sin control y dan la impresión de que no tienen amo, caminan indigentes, constituyéndose en una trampa mortal para las personas que transitan en sus vehículos. Diariamente hay al menos dos cadáveres de estos animalitos recién atropellados. He visto cómo tiran de ellos y los arrojan a la ciénaga de la Virgen o debajo de Caño Luisa, primer puente, yendo hacia Barranquilla. Los olores nauseabundos pululan y la contaminación pone en peligro la salud de los boquilleros, aunque parece que a ellos no les importa, están acostumbrados, o lo que es peor, no pueden hacer nada por esos animales, ya que les toca moler duro para conseguir su propio sustento. ¿De dónde van a sacar dinero para mantener a esos canes? El miércoles 2 de junio, yendo distraída por el sitio antes descrito, presencié algo más doloroso esta vez, aunque no funesto, menos mal. El vehículo rojo de mi compañero de trabajo, Enrique, quién maneja como morrocoyo porque es un hombre precavido y lógico en su oficio de matemático, andaba delante del bus a 60 Km./h. Sé la velocidad porque los transportes escolares tienen obligatoriamente velocímetro. Por hacerle el quite a un perro, por no matarlo, quiso maniobrar hacia su izquierda, pero él no esperaba que en ese preciso instante, un motociclista iba a su izquierda para pasárselo, por lo que Enrique viró hacia la derecha (era la vida del motociclista o la del perro). El can, asustado, corrió sin norte y el conductor de la moto, quien cumplía con los requisitos de llevar casco, chaleco, guardacodos y rodilleras, se lo llevó por delante. Ya se imaginarán la escena y el escenario: el hombre salió volando como Peter Pan, con la diferencia de que Pan es un personaje de ficción y este señor es de carne y hueso. Cayó en el centro de la carretera, interrumpiendo el tráfico, mientras algunas personas lo socorrían. Sus brazos y una pierna en carne viva, el asfalto, le hizo peeling. No sé como quedaron sus huesos y. ¿El perro?: q. e. p .d. Contado de esta manera causa gracia, pero el punto importante es la desgracia que esto podría acarrear a cualquiera: a ustedes o a mí. ¿Quién se encarga del control de esta situación tan grave? Definitivamente, se le debe poner coto. Pongo en alerta a las autoridades competentes. *Escritora licorcione@gmail.com www.lidiacorcione.blogspot.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS