Columna


La conciencia al servicio de la vida

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

05 de julio de 2009 12:00 AM

PADRE RAFAEL CASTILLO TORRES

05 de julio de 2009 12:00 AM

La pregunta que se ha hecho Cartagena en la última semana es si el aborto es sólo la «interrupción voluntaria del embarazo» o la «interrupción de una vida humana». Siempre será lo segundo, muy a pesar de que entre nosotros se hace más bulla para preservar los huevos de la iguana que para salvar una vida inocente e indefensa. Yo siempre le creí a la seño Lore, partera salvadora de vidas en la zona suroriental, y a mi profesor de comportamiento y salud del Liceo de Bolívar cuando nos decía: “El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo”. Viene bien reflexionar serenamente cuando están en juego el valor supremo de la vida, la sacudida interior de nuestra conciencia y la prevención de las patologías sociales que generan conductas anómicas. El hecho en Montecristo, sur de Bolívar, así como su manejo en Cartagena, nos ponen de presente de que algo no anda bien y no lo manejamos como corresponde. Hay un violador y maltratador suelto, una vida despreciada, una niña mancillada en su honor viniendo, ella y su familia, de la frontera de la abyección, y una sociedad que pareciera no defender a los más débiles. No sé si lo que se realizó genere escenarios de no repetición de violación y abuso sexual. No es un buen signo cuando una sociedad atiende las consecuencias sin ir a las raíces. Cuando se abre una puerta de este tamaño, la sociedad obscurece su sentido ético y se hacen cotidianidad los abusos despóticos donde no rige más el principio de la igualdad fundamental de todos los seres humanos, sino la tiranía del más fuerte. Gandhi, profeta de la no violencia, sigue gritando: Los medios son al fin como la raíz es al árbol. Nos ha parecido digna la objeción de conciencia hecha por un grupo de médicos capaces de escuchar la voz de Dios. Cartagena tiene reserva moral. La Objeción de Conciencia en el derecho constitucional democrático es una facultad básica, autónoma, derivada de la libertad ideológica y de conciencia. Implica, en los Estados democráticos, no solo reconocer que todas las personas tienen derecho a sustentar esta ideología o la creencia religiosa que más deseen, sino sobre todo, adecuar el comportamiento externo de los individuos a esta ideología. La actitud de los ginecólogos es un ejercicio legítimo del derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En circunstancias parecidas a las de la pasada semana, la novicia Lucia Vertruse, violada en su convento por las tropas Serbias durante la guerra de los Balcanes, cuando su superiora le preguntó: “¿qué harás de la vida que te ha sido impuesta en tu vientre?” Ella respondió: “Lo he decidido ya: si soy madre, el niño será mío. Lo podría confiar a otras personas, pero él tiene el derecho a mi amor de madre, aunque no haya sido deseado ni querido. No se puede arrancar una planta de sus raíces. El grano que ha caído en una tierra tiene necesidad de crecer allí donde el misterioso aunque inicuo sembrador lo haya echado”. ramaca41@hotmail.com

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