Reflexionemos sobre la crisis en la Escuela de Discípulos de Jesús y encontremos cómo superar las nuestras. El texto de Juan 6, 59 – 69 dice cómo el Maestro de Galilea experimentó el éxito y el fracaso en 24 horas.
La multitud hambrienta lo siguió a través de un desierto. Él, con la fuerza de su palabra, multiplicó panes y peces. La muchedumbre lo reconoció como el Mesías esperado y casi lo hacen Rey de Israel. Al día siguiente, aún en el clímax de la gloria, su sinagoga estaba llena. El sermón anunciado levantó gran expectación a causa de su reciente milagro. El jefe de la Sinagoga lo invitó a leer las escrituras. El Maestro se paró, tomó los rollos en sus manos y, con su cabeza bajo un velo, leyó el texto del maná en el desierto. Todos los ojos estaban fijos en él y un respetuoso silencio lo invitaba a explicar el pasaje.
Nadie estuvo en desacuerdo cuando se refirió al acontecimiento del pasado. Pero cuando lo aplicó a sí mismo, afirmando que Él era el verdadero pan de vida, hubo inconformidad. Al decir que su carne debería ser comida, los fariseos abandonaron la sala en medio del murmullo general. Lo peor fue cuando aquellos piadosos judíos, que no tocaban sangre por miedo a ser impuros, escucharon que había que beber la sangre del hijo del hombre para tener vida eterna. Todos los bancos quedaron vacíos. Jesús no terminó el discurso, pues ya no había nadie en la Sinagoga.
Seguido al mayor de sus éxitos aparece el mayor de sus fracasos. Solo sus doce incondicionales permanecieron junto a Él. Con la cabeza metida en el pecho compartían la vergüenza del fracaso. Jesús los miró con ternura y les dijo: “Si quieren, váyanse también ustedes. No están obligados a seguirme”. Ninguno se atrevió a irse. “¿Por qué no se van? Conmigo no sacan ninguna ventaja. Yo no tengo nada que ofrecerles ya. Cuando me querían proclamar Rey, podrían esperar algún cargo o título, pero ahora…; solo les aguardan desprecios y persecuciones”, dijo Él. Entonces Pedro confesó:
“En verdad que sí nos dan ganas de irnos. Por estar contigo nos critican, por seguirte nos señalan y acusan con el dedo. Lo único que tenemos son problemas. A veces ya no aguantamos. Además, por tu parte no vemos que restaures el Reino ni nos has dado nada para seguirte, contigo no sacamos ni para el gasto. A veces hemos discutido y hemos ya pensado en dejarte, pero…; su voz se entrecortó, y con un nudo en la garganta continuó. Ya no tenemos a dónde ir, atravesamos el Mar Rojo y no podemos volver atrás. Ya renunciamos al negocio y no tenemos pasaporte para el país de los poderosos. Ya no nos entusiasma la pesca ni la oficina de los impuestos. Para nosotros ya no tiene sentido vivir para trabajar, para luego trabajar para vivir. Se nos cerraron todas las puertas y, aunque no tenemos ninguna ventaja por seguirte, solo te tenemos a ti. Eres lo único que nos queda, aunque quisiéramos irnos, ya no podemos. Quemamos las naves y ya nada tenemos sino a ti”. Amén.
*Director del PDP del Canal del Dique y Zona costera
ramaca41@hotmail.com
NOTICIAS RECOMENDADAS
Comentarios ()