Columna


La encrucijada de Colombia

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

14 de febrero de 2010 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

14 de febrero de 2010 12:00 AM

La semana pasada, en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, el rector Izasa comparó al presidente Uribe con Barrabás, al decirle que su frase acerca del “Estado de opinión” era una perversión de la democracia, ya que en virtud de este esperpento, Poncio Pilatos puso al pueblo a escoger entre Jesús y Barrabás. Esta anécdota, aunque habla bien de la democracia colombiana, también muestra que el Presidente tiene el sol en la espalda, pues en el último tramo de su gobierno ha habido chascos grandes, como el de Agro Ingreso Seguro; los “falsos positivos”; las chuzadas del DAS; el trámite torpe del Referendo, que nació con la malformación congénita de la mala formulación de la pregunta y después su itinerario en el Congreso estuvo plagado de irregularidades; los decretos de la Emergencia Social, cuya redacción perversa motivó protestas; y por último, la propuesta de convertir a los estudiantes en informantes de la fuerza pública, rechazada vehementemente por casi todo el país. Aunque Uribe está ahora en declive, ha sido uno de los gobernantes más populares de la historia de Colombia. En el 2002 se ganó la Presidencia con un discurso de mano dura contra la subversión. Su propuesta pegó, pues el país estaba horrorizado por el despelote y la ignominia del proceso de paz tragicómico del Caguán. Los colombianos, humillados y ofendidos, vivíamos aterrados y encerrados en las ciudades y una cantidad enorme de compatriotas se había exiliado. En el país se vivía un ambiente de “sálvese quien pueda”. Cada atentado terrorista y cada masacre de las FARC hacían crecer como espuma, la popularidad del candidato mesiánico. El resultado fue que Uribe triunfó en la primera vuelta con el 54% de los votos y sus éxitos iniciales enormes hicieron que se desarrollara hacia él una especie de idolatría, que llevó a cambiar la Constitución Política para reelegirlo otra vez, pero sus adoradores y adoratrices, no contentos con eso, quieren un “Uribe forever” y “re reelegirlo”. Esto llevaría a que se implantara en Colombia una especie de Cesarismo Democrático, que de darse, podría opacar la gestación necesaria de un país más solidario, algo muy distante del modelo plutocrático actual. No obstante el desgaste de Uribe, los candidatos de oposición, en vez de proponer cambios estructurales, actúan de manera reactiva, ejecutando a toda hora una partitura de confrontación a todo lo que diga el Presidente, una circunstancia en la cual resulta ganancioso el uribismo. Una campaña así carece de interés social y político. Lo sensato sería que la oposición hiciera propuestas de reformas a fondo de las estructuras políticas y sociales del país, y dejara de actuar como una montonera acorralada por los dichos planteados por el Presidente. De seguir la oposición con este libreto, la estrategia de campaña del uribismo y de sus partidos aliados será exitosa, porque bien sea Uribe o Santos el candidato a la Presidencia, este aparecerá en esa polarización del lado de la sociedad y sus adversarios estarían en el lugar “equivocado”, como es la de ser claudicantes con las FARC, mientras el uribismo construye consenso propio y se gana las elecciones otra vez. *Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena. menrodster@gmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS