Columna


La esposa del Coronel

ORLANDO ÁLVAREZ MEJÍA

12 de octubre de 2009 12:00 AM

ORLANDO ÁLVAREZ MEJÍA

12 de octubre de 2009 12:00 AM

Ha quedado estupefacta la opinión pública de Ibagué, del Tolima y lógicamente del departamento de Sucre, de donde residen sus familiares, la horrible muerte de una dama sincelejana, esposa del comandante operativo de la policía en aquel departamento. Los diarios de esa ciudad, los de Bogotá así como los de mi departamento han abundado en detalles sobre la manera vil, atroz e imperdonable como se desmembró el cuerpo de esta mujer, luego cómo hicieron sus familiares y las autoridades para determinar, con base en las técnicas forenses que ese era el cuerpo de la esposa del coronel de la policía tolimense. Este es un caso que da para pensar y quienes han seguido paso a paso las incidencias del mismo, habrán tenido oportunidad de leer los comentarios de los lectores. No los quiero repetir. Por ser la esposa de un alto oficial de la policía, era en ese momento una persona con cierto esquema de seguridad, que no podía movilizarse fácilmente de un lugar a otro, tal como lo hace cualquier ciudadano común y corriente sin saberse de sus movimientos. No han sido muy precisas, claras ni contundentes, las explicaciones del alto oficial sobre la extraña desaparición de esta dama y el propio Director general de la Policía lo ha dicho. En resumen, es al propio coronel de Ibagué a quien le corresponde explicar con detalles que pudo haber pasado. Está de por medio no sólo una vida humana, las hijas y familiares de la víctima, sino la opinión pública en general. De otro lado, es increíble que el propio oficial no se haya puesto al frente de las investigaciones, tampoco que no haya ordenado a sus subalternos que lo hicieran en el momento en que la mujer, su esposa, desapareció. Comprenderán ustedes el dolor de la familia Yeneris Gutiérrez y de la sociedad en general, por casos que como éste necesita ser esclarecidos completamente, con los consiguientes castigos para los responsables. Tantas víctimas de la violencia y de la intolerancia hay a diario en el país y en el mundo, que llega el momento en que la gente se vuelve indolente. A gran parte de la sociedad le parece en algún momento, que casos como estos tienen que ser vistos de una manera normal, hechos consuetudinarios, pero no es así. El don más preciado es la vida de una persona, Dios lo ha dado y solo él puede disponer otra cosa ------------------------- El suscrito, como tantas otras personas sensatas en el país no salimos aún del asombro de ver como los recursos del Estado, del programa Agro ingreso seguro se entregaban a personas pudientes, pero sin ninguna vinculación con el campo. Pues bien, el propio gobierno ha dado un reverzazo y ha dicho que hay más fallas que bondades en la entrega de los subsidios y que los dineros dados, que son de todos los contribuyentes, hay que recuperarlos. Eso es lo menos que puede pasar, pues quienes cometieron tan imperdonable error deben pagar políticamente sus costos. El señor ministro debe dejar su renuncia en el escritorio y el Presidente aceptarla, mientras que el Ex ministro de Agricultura, ahora ´pre- candidato a suceder al Presidente, debe irse olvidando de sus aspiraciones. Sólo así la opinión pública quedará satisfecha completamente. *Premio Consagración Periodística 2001 Bromayserio@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS