A la izquierda con Piedad

Los que me conocen de trato o de oídas y quienes me leen saben que yo no tomaría rumbo distinto en el aire, la tierra o el mar para llegar a la izquierda; que si no hubiera ruta hacia norte tan buscado, viento, piedras y olas cubriendo a su modo las trochas hacia él conductoras, me lo indicarían incluso con asperezas solidarias. De estas, unas serían huracanes, otras avalanchas y las demás tsunamis que no por catastróficos impedirían que por entre los escombros dejados a su paso surgieran índices señalando donde hallarlo. Al contrario, todos los signos del viento desatado, de las rocas enloquecidas y del océano con olas y peces de pie, encrespados, me llevarían hasta él, de la mano como lazarillo al ciego. Abatido por aquel, arropado por estas y destrozado por los últimos, mutilado seguiría por ellas y sangrante como caminante de rodillas y sin ojos lo hallaría, guiado por el propio duro camino y mis laceraciones. Siendo ideológicamente un ser a babor, mi barco, a ese lado escorado, hinchado de vientos progresistas su velamen y ansioso de que el agua haga el milagro de no borrar sus huellas para volverlas a recorrer si posible fuera, ya tiene su quilla enfilada hacia ella, trazando la ruta que la propia mar crea haciéndole señas con alborotadas olas de adhesión. Ella es Ella, la Izquierda, por donde pasan caminos rebeldes, esperanzadores e igualitarios que sueña el pueblo aunque la oligarquía no se canse de satanizarla desde la mitología y las religiones hasta cuando el humanismo, superando la maquinaria represiva de sus regímenes, termine la misión de contenerla iniciada el siglo XVIII por la Revolución Francesa. Esta, inconclusa porque no ha conquistado aún la igualdad del sueño robespierano y porque ni la fraternidad ni la libertad, los otros dos símbolos del tríptico que enarboló existen aún, sólo será perfeccionada por la izquierda. Por eso voy por la izquierda hacia la izquierda, levantados los brazos, señalándola como único norte posible de la liberación política del pueblo-pueblo. Afiliado como consejero y activista al movimiento progresista que dentro del PLC la senadora Piedad Córdoba dirige y uno de sus candidatos al Directorio Liberal de Bogotá en la consulta del próximo 27, luego de una larga carrera política de más de 68 años dentro del PLC donde he ocupado prácticamente –sin vanidad lo digo- todas las posiciones que sus Estatutos brindan, desde la Presidencia de un Comité de Barrio en Cartagena, de su Directorio Municipal y del Directorio Dptal. de Bolívar hasta llegar a su Comisión Política Central, la ponencia de sus Estatutos de 1963, su Consejo de Control Ético, las Presidencias de sus Tribunales de Garantías y Disciplinario y su Secretaría General hasta llegar a la Vicepresidencia de la Dirección Nacional, me siento feliz de ponerme ahora mi escudo de combatiente para defender de nuevo y con ganas, erguido sobre mis años de vida, su actitud evolucionaría sin la cual se acabaría como Partido. Si nuestra corriente de izquierda triunfara el 27, el PLC se salvaría de morir históricamente bajo el paso del centrismo inocuo de quienes hoy lo dirigen y no sería apéndice ideológico de la derecha ventruda que se impone en el país. Piedad, infatigable luchadora, la reivindicará. *Abogado, catedrático, ex Representante, ex Senador, ex Gobernador, ex embajador ante la ONU. jangossa3@gmail.com