El Ministerio de Relaciones Exteriores hay que saberlo proveer. No puede ser objeto de un acto de voluntad sujeto a un determinado cálculo, sin que importe mucho el conocimiento del campo que abarca un cargo de su significado y de la responsabilidad que implican sus decisiones. Escoger un buen canciller supone analizar dos ángulos críticos como la experiencia y el profesionalismo. El presidente que lo haga no puede nombrar un ministro para ejercer él el Ministerio. Si lo nombra, es para que ejerza el ministro bajo la orientación del presidente. Por lo anterior, el presidente Santos acertó con la designación de María Ángela Holguín en la Cancillería. El solo anuncio de su nombramiento produjo una sensación de alivio en el medio político nacional, porque se sabía a ciencia cierta que la política internacional se conduciría sin el “estilo matonista” (agresivo y antidiplomático) que la enmarcó durante los ocho años anteriores. Hoy podemos decir “habemus canciller”. Con agudeza y discreción, la señora Holguín captó el mensaje lacónico pero claro que el presidente Chávez envió el mismo día de la posesión de Santos, y sin perder tiempo retuvo a su colega venezolano para definir con él las bases de un nuevo rumbo y la reunión que horas después harían los dos mandatarios para revertir el caos en que se convirtió la relación bilateral. Y nuestro presidente, que como Mindefensa sustituyó muchas veces a los cancilleres en asuntos cruciales con los vecinos, se aprestó a redefinir la estrategia que su colaboradora adoptó. La jornada de anteayer en Caracas –con otros tres ministros a bordo– constituyó un éxito, pues el entendimiento sobre el pago de la deuda pendiente y el acuerdo sobre vigilancia común en la frontera satisface el interés de Colombia por combatir el terrorismo y el narcotráfico allí, en asocio de las autoridades venezolanas, como debe ser, entre otras cosas para que se despeje la duda de si las Farc tienen o no un bastión defensivo en el respaldo del gobierno bolivariano. Independientemente de que Chávez haya restablecido las relaciones con Colombia para que no lo derroten en las elecciones parlamentarias de septiembre, y volver a pelear después, el giro de Santos y Holguín era básico por muchos motivos: la paz entre los gobiernos de la región y el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela. Venezuela es el segundo importador de productos colombianos, después de los Estados Unidos, y nuestro flujo de materias primas y mercancías llegó a totalizar operaciones por US $6.000 millones en un año. No fue condición previa, por otra parte, que la Corte Constitucional se pronunciara sobre la viabilidad jurídica de las bases militares. Chávez había cedido ya por la confianza que le inspiraron Santos y Holguín, pese a sus roces anteriores con aquél, pero de manera especial por la destreza diplomática de ésta. -Apolinar Díaz Callejas fue un caso excepcional de superación personal y decoro humano. Enfrentó con coraje todos los retos que le planteó la vida y dio la talla como dirigente gremial, abogado, escritor y polemista, gobernador, senador de la República y líder de un partido que reconoció en sus ejecutorias la fibra de un luchador, desde sus días de joven revolucionario hasta el momento de su muerte. *Columnista y profesor universitario carvibus@yahoo.es
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