Columna


La niña de la jungla

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

06 de junio de 2010 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

06 de junio de 2010 12:00 AM

Según El Espectador, hace una semana, Rochom Pngieng, una joven camboyana, se fugó de su casa para irse para la selva en donde se siente a gusto. Rochom fue encontrada en 2007, en la jungla en donde había convivido con animales durante 18 años. En el momento en que fue descubierta, la joven husmeaba los alimentos, gruñía, no entendía una sola palabra, caminaba en cuatro patas y andaba totalmente desnuda. Su familia, que la daba por muerta, pues había desaparecido desde los 6 años de edad, recibió la ayuda de sicólogos quienes la asesoraron para intentar su reintegración social, pues esta lloraba a toda hora e intentaba regresar a la selva. La joven, gracias a la ayuda de los sicólogos, progreso un poco, ya que se bañaba, se vestía sola y colaboraba en las tareas domésticas. Pero, según la prensa, detrás de esta aparente integración había un deseo recóndito y vehemente de retornar a los bosques. Este episodio, que sucedió en Camboya, tiene muchas simetrías con la vida del protagonista de la película "El pequeño salvaje", de François Truffaut, que se basó en el salvaje de Aveyron (Francia), un niño que tenía entre diez y doce años, hallado en un bosque en 1800, sucio y con el cuerpo plagado de cicatrices. Este niño, apodado por su tutor como Víctor, gruñía, mordía y arañaba a todas las personas que se le acercaban y quería retornar al bosque en donde fue encontrado. Este suceso desató una polémica, en su momento, ya que el imaginario colectivo de la época estaba permeado por discurso del Buen Salvaje, de Rousseau y porque además, fue un caso estrella para validar hipótesis en donde confluyeron diferentes doctrinas de las ciencias sociales de esas calendas. En los últimos siete siglos, ha habido varios casos documentados como el de Rochom. Por ejemplo, El niño lobo de Hesse, Alemania, quien fue encontrado en 1344, en un bosque en donde vivía con lobos y andaba en cuatro patas. Este infante desventurado fue tratado por sus captores como un monstruo y murió al poco tiempo de su retorno a la civilización por la dieta forzosa de alimentos cocidos; el niño oso de Lituania, descubierto en un bosque por unos cazadores en 1644, quien después de su captura, gruñía como oso y comía carne cruda. Existen otros quince casos, entre los cuales están: el niño oveja de Irlanda, quien fue atrapado en 1672, viviendo con ovejas salvajes y tras su captura siguió comiendo hierbas y heno y balando como oveja; y el de William Wildin, quien cuando tenía 11 años, tras un naufragio, le tocó vivir con una manada de primates y cuando fue encontrado 15 años después, tenía ademanes y costumbres de estos animales, por lo cual fue bautizado como el niño Mono. Parece que inspiró a Edgar R. Burroughs para crear el personaje “Tarzán de los monos”; los chicos gacela de Siria y del Sahara y el de otro “niño mono” encontrado en Burundi en 1974 (El Libro de las Listas. Irving Wallace. Pág. 329 y SS). Volviendo al tema, el último día de Rochom fue descrito por un pariente: “se quitó la ropa y huyó para la selva sin decirnos nada”. Esta actitud de ruptura con la civilización y sus ataduras y ritos sociales, así como el deseo de regresar a la vida natural es un motivo para reflexionar sobre la naturaleza humana. *Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena. menrodster@gmail.com

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