Columna


La otra encrucijada

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

26 de julio de 2009 12:00 AM

JAIME ALBERTO RESTREPO CARVAJAL

26 de julio de 2009 12:00 AM

El silencio más polémico de la política colombiana nace de una “encrucijada del alma”. Uribe esperará hasta la última instancia constitucional para decidir a quién entregará la bandera. Su mayor legado es devolvernos la esperanza de un país más seguro; quien lo reemplace tendrá un reto más difícil: un país más justo. Tuvimos que empezar por la seguridad porque el orden de los factores sí alteraba el producto. En lo que resta de gobierno, Uribe vivirá una encrucijada mayor: manejar la situación fiscal grave sin dejar de jalonar el empleo, estimulando la inversión (la externa directa, IED, cayó 14% a mayo). Estimular la economía con política monetaria (intereses bajos) no parece viable porque la tasa de intervención del Banco de la República tocó piso. Además, se necesitará una reforma tributaria estructural seria y no el parche del “impuesto a los altos patrimonios”, sólo para seguridad. Unos expertos de Wall Street (foro reciente del Consejo de las Américas, Anif y Fedesarrollo) advirtieron que la estabilidad económica de Colombia y su credibilidad internacional están en alto riesgo: el Gobierno central tiene 23,4 billones de pesos de déficit, incluido un hueco fiscal previsto para 2010 de 9 billones. El Ministro de Hacienda fue más optimista. Esta realidad aviva el debate de las exenciones tributarias que ya suman 13 billones de pesos: ¡un hueco fiscal y medio! Ellas explican buena parte del crecimiento espectacular en la inversión, pero muchos piden trazarlas donde desaparece el “incentivo” y empieza el “regalo” a los inversionistas. Dos beneficios representan casi 40% de las exenciones: las Zonas Francas y la reinversión de utilidades en bienes productivos con 40% de exención. Estimular el crecimiento de las primeras era necesario porque otros países tenían mayores beneficios; el impuesto de renta de Zonas Francas se incrementó de cero a 15% pero se facilitó su creación, incluso como actividad inmobiliaria. El segundo incentivo fue vital porque el parque industrial era obsoleto y sin tecnología es imposible competir. Razones tienen quienes recomiendan que estos beneficios sean mutuamente excluyentes; el Gobierno lo acepta: los nuevos contratos de estabilidad jurídica no contemplarán la concurrencia de ambos y se abre paso una reducción al 30% del segundo incentivo. Los empresarios debemos reconocer que muchas inversiones nuevas se hubieran realizado de todas formas en Colombia por decisiones estratégicas y no por los incentivos, como justo es aceptar que muchas empresas nuevas con exenciones son intensivas en capital y poco resolverán el desempleo. Toca esperar que las Zonas Francas y activos productivos nuevos entren en plena operación para saber si el menor recaudo en impuesto de renta sí se compensará con mayor IVA, predial, Industria y Comercio, parafiscales, etc. Los empresarios beneficiados debemos recordar que esta “generosidad” no se debe solo al Gobierno, sino al esfuerzo fiscal de la sociedad y por lo tanto asumimos una “deuda social” que habrá que saldar pronto. Y quién paga lo que debe sabe lo que tiene... *Ingeniero Civil, Master en Administración y Finanzas, directivo empresarial, gremial e institucional (Juntas Directivas de Andi, Cámara de Comercio, Fundación Mamonal, Empresarios por la Educación, Universidad Tecnológica de Bolívar, Funcicar, Comfenalco, Transcaribe, etc.). restrepojaimea@gmail.com

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