Columna


La parapolítica

MIGUEL YANCES PEÑA

20 de septiembre de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

20 de septiembre de 2010 12:00 AM

Realmente estoy confundido con este tema de los paramilitares y la parapolítica, no porque no lo haya podido comprender y explicar, sino porque los medios de comunicación y la justicia actúan como sorprendidos por lo que durante años fue tolerado, aplaudido por la sociedad y destacado por los medios. Por mencionar un ejemplo, Carlos Castaño era entrevistado y presentado como un héroe por las cadenas nacionales de televisión, y había quienes lo veían como el presidente que Colombia necesitaba. Que los políticos tuvieran “contactos” con los integrantes de las llamadas Auc (Autodefensas Unidas de Colombia), que luego pasaron a ser los “paramilitares”, era inevitable. Que coincidieran en sus propósitos de acabar con la guerrilla, también: el país estaba desesperado y polarizado ante la incapacidad de las fuerzas del Estado de ofrecer seguridad en muchas –cada vez más- regiones del país. Que estando de acuerdo el país en los fines (acabar con la guerrilla, el secuestro y la extorsión) los políticos obtuvieran el respaldo en las regiones que estas habían arrebatado a las guerrillas, y fueran elegidos, era sólo la consecuencia lógica de los dos hechos anteriores. Y de eso no se puede culpar ni condenar a nadie: la imaginación no da para asumir que los políticos fueran integrantes de los grupos armados ilegales, o los financiaran. Peor podría decirse, y no han sido tocados por la justicia, de los empresarios (nacionales y extranjeros) que las financiaban pagando la protección y la seguridad que les ofrecían, como es de suponer, que antes pagaban la extorsión de la guerrilla. Igual, es de suponer, que los políticos obtuvieran el respaldo de la guerrilla cuando esta dominaba en sus regiones de origen. No obstante, la justicia y los medios actúan como si los malos fueran los que luchaban por restablecer el orden que el Estado no pudo garantizar y los buenos quienes tratan de transgredirlo. La única explicación para esta acción “selectiva” de la justicia y los medios de comunicación es que en la política se consiguen más enemigos –al fin y al cabo sólo se necesita lengua y ausencia de principios- que en la actividad económica. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, “sapear” a un ganadero o a un industrial -a no ser por venganza- de estar pagando extorsión a la guerrilla o financiando a las Auc. Entre otras porque, en ese mundo, destruir al competidor no garantiza el éxito propio (en política sí): son dos mundos diferentes aunque se toquen. Los hechos se están desarrollando como si los vencedores hubiera sido la guerrilla, y estuviera vengando, o castigando a los contrarrevolucionarios. Mientras a los políticos y a los militares se les enjuicia, a la guerrilla se le ha indultado. Es decir al sistema no se le reconoce siquiera la opción de defenderse. El fenómeno de la estrategia contrainsurgente, que fue exitoso en un 90%, uno de cuyos componentes fueron los paramilitares, es más complejo de lo que parece, escribió acertadamente Kalimán como comentario a la columna de Claudia Ayola, el jueves pasado. Varios historiadores serios apenas comienzan a recolectar datos ciertos sobre la historia del paramilitarismo. Si acaso, se sabrá toda la verdad dentro de varias décadas. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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