Columna


La razón de opinar

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

26 de septiembre de 2009 12:00 AM

PANTALEÓN NARVÁEZ ARRIETA

26 de septiembre de 2009 12:00 AM

Quienes opinamos no sólo entendemos que ejercemos este oficio por la pretensión de conocer las razones del acontecer de nuestro entorno, sentir la necesidad de difundirlas y contar con la oportunidad para hacerlo, sino, también, que debemos estar preparados para el disenso, pues nos enfrentamos a que los lectores adhieran a nuestras conclusiones o las rechacen o confronten. Somos, en ese sentido, provocadores de respuestas. La reflexión que precede la hago pública porque una amiga, cuya identidad mantendré en secreto, me llamó para manifestar su desacuerdo frente a la anterior columna en la que afirmé que los líderes de esta región abordan con indiferencia el atraso, hasta el extremo de transformar en éxito los malos resultados de su gestión. “Son especulaciones tuyas. Es una visión particular que omite las estadísticas. Esa deficiencia imposibilita atender las aseveraciones encaminadas a mostrar la ineficacia de la labor de los gobernantes”, me dijo. La de los comentaristas, pienso yo, es una tarea que se sostiene en la percepción, el estudio y análisis de determinadas situaciones, cuyo abordaje se realiza a través de métodos variados, por lo que resulta una limitante exigir que para adelantarla sea menester partir desde la exclusiva perspectiva de la comprobación experimental, como pretenden los devotos de la exactitud, para quienes las únicas realidades son las que resultan de la medición, de modo que para que una observación o reflexión tenga validez debe partir de la experimentación directa, así se trate de fenómenos sociales o políticos. Pero para conocer la realidad y ser objetivos no dependemos exclusivamente de mediciones, sino también de las percepciones, de modo que quien se atreve a opinar realiza su trabajo apoyado en deducciones, que no se reducen a aquellas en que prevalece la investigación científica, pues también existen las que parten de lo subjetivo, lo que no permite descalificar al autor, quien para arribar a ellas ha debido leer, oír, observar, reflexionar e, inclusive, experimentar, pues esas son las herramientas de que dispone para interpretar el mundo en que vive y proponer soluciones a las crisis, denunciar conflictos, saludar los aciertos de los dirigentes o anticiparse al porvenir. Esos elementos también permiten a los escritures crear mundos paralelos, que, a pesar de ser ficción, contribuyen a la comprensión de las complejidades del interactuar de los hombres, hasta el punto que desde esa interioridad es posible advertir las verdades que la historia oficial en ocasiones se empecina en ocultar. Por eso celebro el disenso y abomino del consenso, sobre todo cuando provienen de una tentativa por unificar, alinear y acallar, como si el dicho de quienes gobiernan no se pudiera refutar por contener verdades reveladas. Regresando al tema que originó esta nota, es pertinente recordar que no es el capricho del columnista, sino las estadísticas oficiales y de otros entes, como el Observatorio del Caribe Colombiano (cuya veracidad no se ha puesto en entredicho), las que siguen indicando que en Sucre estamos rezagados, de manera que no producimos lo suficiente ni en el sector público ni en el privado, sin que se esté haciendo algo para superarlo. Frente a esto ¿qué podemos festejar?. noelatierra@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS