Columna


La sabiduría de Dios

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

05 de septiembre de 2010 12:00 AM

JUDITH ARAÚJO DE PANIZA

05 de septiembre de 2010 12:00 AM

Me uno a la campaña propuesta el domingo pasado por el Padre Rafael Castillo para honrar al Padre Pacho Aldana, quien tiene complicaciones de salud, y para construir la paz en nuestra querida Cartagena: “A favor de todos y contra nadie”. En palabras del Papa Benedicto XVI: “La paz estable y la convivencia sólida nacen del respeto de los derechos de la persona, de las familias, de las comunidades y de los pueblos, y de la superación de toda discriminación religiosa, cultural o social. Las lecturas de hoy nos ponen a meditar sobre la Sabiduría de Dios: “¿Qué hombre conoce los planes de Dios? ¿Quién puede imaginar lo que el Señor quiere? Débil es la inteligencia de los hombres, y falsas muchas veces sus reflexiones”*. Decía Newton: “Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos un océano inmenso. La admirable disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un Ser omnisciente y omnipotente”. Decía Einstein: “Todo aquel que está comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos sentirnos humildes”. Erramos al proponer una secularización de nuestra sociedad en todos sus ámbitos. Cada vez dejamos espacios más reducidos a las cosas de Dios, estamos dejando casi en la inanición espiritual a muchos de las nuevas generaciones, a quienes queremos formar solo con conocimientos humanos y que desconocen eso que Salomón reconocía desde la antigüedad como el don más valioso: “la Sabiduría que procede de Dios”. A medida que apartamos a Dios de nuestras vidas, vamos creciendo en egoísmo, avaricia, concupiscencia, envidia, vanidad, soberbia, violencia y todos los males que nos impiden la felicidad y el pleno desarrollo hacia el bien. La educación es fundamental para la vida humana, pero a veces en aras de mayor especialización científica, olvidamos lo más fundamental, aprender a amar, a convivir en paz y armonía con los demás y a desarrollar nuestras capacidades para conseguir una vida plena que nos conduzca a la felicidad y a la vida eterna. Si no acudimos al Espíritu Santo, quien pone la sabiduría al alcance de los hombres, ¿cómo podremos comprender el sentido de la vida y el orden de las cosas? “Nadie puede conocer tus planes sino aquel a quien das sabiduría y sobre quien desde el cielo envías tu Santo Espíritu. Gracias a la sabiduría han podido los hombres seguir el buen camino y aprender lo que te agrada: fueron salvados gracias a ella.”* Vivimos tiempos complejos y para enfrentarlos con coraje, valentía y amor requerimos de la Sabiduría de Dios, sólo unidos a Él podremos luchar por el bien, el amor y la justicia. Con nuestra tibieza, le estamos dejando el camino despejado para que el mal se irradie, en cambio, si dejamos que Dios encienda nuestros corazones y entendimientos, venceremos al mal con abundancia de bien. Pongamos nuestras vidas en las manos de Dios, para que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones sean guiados por su Sabiduría Divina y supeditemos todo a su Santa Voluntad que todo lo dispone para el bien de los que lo aman, y podamos con su gracia, construir un mundo mejor. Sab 9, 13-18 *Economista, orientadora familiar y coach personal y empresarial. judithdepaniza@yahoo.com

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