Columna


La teoría de las ventanas rotas

MIGUEL YANCES PEÑA

12 de julio de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

12 de julio de 2010 12:00 AM

En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Phillip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó 2 autos abandonados en la calle. Eran 2 autos idénticos: la misma marca, modelo y hasta igual color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York, y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. El auto abandonado en Bronx en pocas horas perdió todo lo aprovechable, y lo que no, lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto. Comportamiento que demuestra –según los científicos- que el delito está asociado a la pobreza. Hubiera sido mejor concluir que “a las necesidades”, y los pobres son los que más tienen; pero no son los únicos. Si se hubiera colocado un botín mayor, por ejemplo recursos públicos, el efecto podría haber sido contrario: los ricos lo hubieran tomado, y los pobres por físico miedo no lo hubieran tocado. Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí. Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto, y entonces fue desvalijado igual que el de Bronx. La conclusión de los científicos en este caso, fue que un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de no tener dueño, de no importarle a nadie que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo. Nuevamente la analogía con los dineros públicos es insoslayable. Cada nuevo ataque que sufría el auto sin que alguien se preocupara del mismo, reafirmaba y multiplicaba esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se volvía incontenible, desembocando en una violencia irracional. No dudo que los ladrones en este caso fueran los mismos de Bronx, porque los más ricos, que también tienen necesidades, menos pero mayores, no roban migajas. La conclusión final fue que: primero, si se cometen "pequeñas faltas" (estacionarse en un lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego, delitos cada vez más graves; y segundo, extrapolando, si se permiten actitudes violentas como algo normal en el desarrollo de los niños, el patrón de desarrollo será de cada vez de mayor violencia, y cuando estos niños sean adultos actuarán de manera delictiva, pero teniendo la certeza de que esos actos no son ilegales, porque de niños "aprendieron" que esa actitud era "normal". En resumen, dicen los científicos sociales, si se combate un delito pequeño se evita el desarrollo de un delito mayor... Y si se recuperan y se mantienen en buen estado los parques y otros espacios públicos deteriorados, agrego yo, serán respetados y cuidados por los ciudadanos. Igual que si se pavimentan las vías de los barios, los vecinos poco a poco empezaran a mejorar sus viviendas y a incrementar el sentido de pertenencia que reducirá la ocurrencia de delitos. De ahí la importancia de que las obras públicas se realicen no donde salgan más baratas, si no donde mejor impacten a la comunidad: me refiero a los mega colegios de la vía perimetral en Olaya. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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