Columna


En el país crece a diario el fenómeno de las familias vergonzantes que, en su momento, pudieron vivir con la dignidad de que tanto se habla como fundamental para encauzarnos por caminos de reconciliación y paz, pero que, en la realidad que vive el país, cada día aumentan más y más sin que nadie se entere. No se sabe de dónde salen las cifras, en donde se habla de que el desempleo está en los niveles de siempre y que, con bombos y platillos, muestran como normales. La economía disparada para bien de todo el país, según los mismos datos, pero también hay despidos en muchas áreas y por el contrario, la informalidad está disparada ante tanto fracaso y manejo indigno contra los que quieren laborar como debe ser, esto es, con las garantías de la legislación laboral. Es el circo permanente que se presenta, como en el caso de los vendedores ambulantes, que a diario son perseguidos por la Policía, mostrándonos un espectáculo grotesco, indigno tanto para unos como para los otros, ya que molesta ver cómo son retenidas las mercancías que se venden en las calles, pero que no han podido ser erradicadas de las vías públicas ante el fracaso que se percibe en lo laboral. Viven tratando de hacerlo honestamente, pero son tratados como delincuentes y perseguidos casi que similarmente. Ver como a diario se ven ejércitos de ciudadanos buscando puesto y repartiendo hojas de vida duele en el alma, ante el tratamiento que de esto se da. Vuelva mañana, la semana entrante, es la respuesta permanente, a sabiendas de que eso no se dará. Juegan con la ilusión de la gente y quieren verlos a diario en los pasillos mendigando una oportunidad, ante la indolencia de quienes los hacen padecer esta humillación. Se volvió costumbre este tipo de manejo de las necesidades de muchos, que solo solicitan poder laborar. Ante estos hechos que de todos son conocidos, queda el recurso más lamentable, como es el de convertirse en familias vergonzantes que se encierran en sus casas esperando lo que no llegará, padeciendo todas las plagas que produce no contar con un empleo que les permita vivir con dignidad a los miembros de la familia en su totalidad. Días enteros sin poder contar con algo para ingerir, el desespero de unos y otros, que se convierte en un padecimiento que solo ellos sienten sin que se atrevan a pedir ayuda ante tanta humillación. En fin, condenándose ellos mismos a vivir de la peor manera ante la falta de oportunidad. Pero nadie dice ni hace nada para resolver esta bomba de tiempo que amenaza con hacer explosión en cualquier momento, al igual que el problema de los jóvenes sin oportunidad, la tercera edad condenada a una vejez indigna porque no pudieron pagar la cuota para en el futuro pensionarse, ofreciendo el Gobierno sólo un subsidio de ciento cincuenta mil pesos mensuales. Esa es la realidad que se vive en muchas familias que hoy son vergonzantes, mientras vemos a diario como todo se lo roban aquellos que posan como los hombres pulcros, y quienes aparecen pontificando de qué es lo que se debe hacer y no hacer por el país. Solo nos queda esperar que la gente reaccione y no permita más el tratamiento de indignidad que se nos impuso. *Periodista, ex asesor de paz del gobierno Pastrana, ex facilitador del gobierno de Uribe para un acuerdo humanitario. lviveropaniza@hotmail.com

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS