Columna


Las tertulias

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

31 de enero de 2010 12:00 AM

CARLOS GUSTAVO MÉNDEZ

31 de enero de 2010 12:00 AM

El 6 de enero asistí a la convocatoria de la alcaldesa a un conversatorio sobre las tertulias cartageneras. El evento se realizó en el Baluarte de San Ignacio y fue presidido por Judith Pinedo. Intervinieron varias personas, las cuales hicieron valiosos aportes. Rafael Ballestas hizo la introducción, más adelante habló Álvaro Angulo Bossa, quien se refirió a la variante cabrerana de la tertulia, Francisco Pinaud habló sobre la modalidad “centrera” y Juan Gutiérrez nos deleitó con el anecdotario del barrio Chambacú. También hicieron aportes valiosos, Augusto Martínez, Francisco Angulo, Willy y Rafael Martínez y otras personas que se me escapan. Quien escribe estas líneas habló de lo que debe ser una tertulia bohemia cartagenera, algo así como su manual de funcionamiento. Las tertulias en Cartagena se dividen en “secas” y “mojadas”. Las secas generalmente ocurren a la sombra de algún árbol en el Centro Histórico (V, G. la del “palito” de caucho), las mojadas o bien se acompañan de café o gaseosas, como las del Polo Norte o la del Coronel Arévalo, o son con licor. Esta última variante son las llamadas tertulias bohemias, que creo que son copias de los llamados cafés literarios, de los cuales el buque insignia fue la Gruta Simbólica, que funcionó en Bogotá. En el siglo XX, en Cartagena fueron famosas las del Bodegón, “Clavel Rojo” y “La Peña Pombo”, así como las del Alster Café, la de la “Refresquería Colombia”, la del “Pargo Rojo” y la de “La Pesada”. En este momento, salvo mejor concepto, creo que funcionan la del Club de Pesca, la del “Campito” de Bocagrande, la de la Tasca, la del billar del Club Cartagena; las de La Tinaja, una que sesiona los viernes y otra que funciona los sábados, ambas presididas por Carol Rumié; y la del grupo de Divo, que ahora se reúne en “Mi dulce Café”, que tiene como director a Rafael Ballestas y como asesor al “Mundólogo” Salustiano Fortich, supérstite de La Pesada. El autor de esta columna pertenece a esta tertulia, cuya nota distintiva es que los miembros conversan sin el acartonamiento de los cocteles y de otras reuniones por el estilo, en un ejercicio permanente de una amistad sin rifirrafes, porque la gente que ha pasado el premio de montaña (55 años) generalmente tiene valores como la tolerancia, la cortesía y el respeto a la opinión ajena. Esta tertulia es un grupo anárquico que se reúne para sentir el trinar alegre del hielo en un vaso de Whisky, mientras se comenta la actualidad en clave jocosa. No se admiten abstemios, eruditos latosos, ni cacheteros. Los primeros por razones obvias, los segundos porque acaban con la espontaneidad de la reunión y la contaminan con temas serios, y los terceros porque sufren de “reumatismo” para tirarse la mano al dril y producen graves problemas, ya que la cuenta siempre se divide entre los asistentes y por eso no son bienvenidos. En fin, estas reuniones se hacen con un solo propósito: pasarla chévere en medio de chistes y “chispazos”. Por eso cuando alguien se enferma de seriedad le curamos la dolencia con la terapéutica infalible de un gracejo, ya que de lo que se trata es de tener una especie de catarsis en la cual se desfoguen las tensiones acumuladas durante la semana. *Directivo universitario. Miembro de la Academia de la Historia de Cartagena. menrodster@gmail.com

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