Columna


Los americanos

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

13 de febrero de 2010 12:00 AM

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

13 de febrero de 2010 12:00 AM

Con su peculiar estilo zumbón, Piero, un cantautor de sonidos tristes, les hizo la caricatura más sangrienta. Su vieja canción les retrata de cuerpo entero. Parecen despistados niños grandes, pero las apariencias engañan. Son unas fieras para los negocios y el trabajo. Su poderío les proporciona ventajas que imponen en cualquier trato donde estén en juego sus intereses y deseos. Los ayuda, además, su aspecto bonachón y su torpe hablar en infinitivo. En un minuto pasan de ser el fraterno embajador Brownfield, al diabólico Frechette, que tanto maltrató. Con los Estados Unidos hemos adoptado una posición ambivalente. Unas veces recordamos lo de Panamá y los crueles términos de intercambio comercial. Pero también, en otras ocasiones, admiramos su democracia vigorosa, su sistema de vida confortable y su progreso. Nunca se ha llegado a amar otro país, menos aún en el caso de que sea una superpotencia. Rusia, China, el Imperio Británico, o el Español, en el esplendor de su dominio, jamás gozaron de alguna estima. Los grandes, por lo general, imponen condiciones difíciles a los más pequeños. Ha hecho carrera la frase de un presidente mexicano cuando lamentaba que su país estuviese “tan lejos de Dios, y tan cerca de los Estados Unidos”. La satisfacción de intereses económicos inmensos, y la influencia pertinaz de sus exportaciones culturales, ha generado una antipatía a los Estados Unidos. La presencia de su fuerza para garantizar la seguridad en cualquier parte del planeta también. Unos dementes que lideran países vecinos atribuyen catástrofes y tempestades a supuestas armas secretas. Otros, en cambio, sostienen que el Imperio no pasa de ser un tigre de papel. Así lo decía Mao, y lo repiten Osama Bin Laden, los jefazos de Hamás y otros terroristas de diferentes pelambres. Afirman los que conocen la mentalidad del terrorista que éste casi nunca ataca a un enemigo al que teme. Las libertades que ostenta su democracia, y el debate civilizado, son consideradas una gran debilidad del “coloso del norte”. Hay que admirar el poderío militar norteamericano, pero mucho más las cifras de su producción y su capacidad de superar toda clase de dificultades financieras. Pero lo que más nos impacta es la educación y el trabajo. La investigación y la ciencia. Una prueba elemental de su poder se obtiene al visitar un supermercado yanqui, para observar las múltiples opciones ofrecidas. Si así son los tigres de papel…; Con los dólares de compradores de droga gringos los terroristas de las Farc desestabilizan nuestra seguridad. Para no mencionar la mamadera de gallo con un TLC que los Yanquis sí concedieron a otros países. Tratado que, de seguro, poco significará para mejorar nuestra maltrecha economía. Recordamos el cuento de que cuando un rico come con un pobre en compañía, el rico le debe al pobre, o es del pobre la comida. Ingratos y pérfidos los Estados Unidos, no son tan difíciles como otros grandes. Con los europeos, chinos y japoneses las condiciones serían peores. Por ello, no tenemos alternativa mejor que continuar en la órbita del dólar, para apalancar nuestro desarrollo. Además de que ya padecemos el síndrome del chicle y de la Coca Cola. *Abogado, Ex Gobernador de Bolívar y Ex parlamentario. augustobeltran@yahoo.com

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