Columna


Los falsos ganadores

ILIANA RESTREPO HERNÁNDEZ

17 de junio de 2010 12:00 AM

ILIANA RESTREPO HERNÁNDEZ

17 de junio de 2010 12:00 AM

Cuando se está en época electoral, son frecuentes las conversaciones sobre la intención de voto con amigos, familiares y hasta con desconocidos. Una de estas conversaciones la sostuve con el conductor de un taxi en días pasados. El contenido de la conversación no fue muy distinto al que oigo con frecuencia pero me dejó pensando. El hombre en cuestión, inició con un comentario sobre nuestro presidente vecino y con esto como pretexto, empezó nuestra conversación política que fue derivando hacia la intención de voto. Me contó que le gustaba uno de los candidatos por su transparencia, honestidad, nueva manera de ver las cosas, trayectoria, etc. Presumí que iba a votar por él y se lo pregunté convencida de que la respuesta sería afirmativa. Pero no. Argumentó que aunque prefería a un candidato, no votaría por él. ¿La razón? No creía que ganara y él no se apuntaba a los perdedores, que él era un ganador. Traté de hacerlo reflexionar, creo que dije todo lo que debía decir sobre votar a conciencia y demás, pero no oía razones y continuaba insistiendo en que él era un ganador y no un perdedor. Dejé de insistir. Me bajé del taxi y seguí pensando, preocupada, en su manera de razonar, que muy posiblemente, es la misma de muchos otros. Estos ganadores autoproclamados no se dan cuenta de que al ganar, pierden. Si no votan por el candidato de su preferencia, sino por el que está adelante, están traicionándose a sí mismos. Si este candidato llega al poder, muy seguramente no llenará sus expectativas, pues votó arrastrado por la marea de la mayoría, sólo para no enfrentarse a la sensación de ser un perdedor. La gran lección que me deja este incidente, es que nos podemos convertir en falsos ganadores, simplemente por no entender que nuestro voto es importante y contribuye a cambiar un resultado. Ganar no es simplemente habernos alineado con el que aventaje al contrario por un determinado número de votos. Ganar es lograr que el candidato con el cual nos identificamos triunfe para que pueda llegar al poder y aplicar su programa de gobierno. Ganar verdaderamente es contribuir con nuestro voto a que el país y todos los ciudadanos que lo componemos, mejoremos e iniciemos el camino del progreso que tenemos tan aplazado. Si el candidato de nuestras preferencias no resultara ganador, pero hemos sufragado a consciencia, ahí sí acepto lo que dice Maturana de que “perder es ganar un poco”. Estaría ganando nuestra democracia, nuestra tranquilidad de espíritu, entre otras ganancias más sutiles, como la satisfacción personal de haber actuado bien. Si nos limitamos a votar sólo por quien las encuestas dicen que será el ganador, sin estar de acuerdo con sus tesis y programas, nos tenemos que atener a las consecuencias de haber traicionado nuestra conciencia. Como dijo en el siglo XIX el político y orador estadounidense, Robert Green: “en la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias”. Por lo tanto, mi amigo el taxista y otros que voten motivados por la ambición de sentirse ganadores pagarán las consecuencias de su acto, muy seguramente teniendo que soportar un gobierno que no llena sus expectativas. *Directora del área de internacionalización de la UTB y Estudiante de literatura virtual de la UNAB. iliana.restrepo@gmail.com *Rotaremos este espacio entre distintos columnistas para dar cabida a una mayor variedad de opiniones.

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