Columna


Los hilos de la telepatía

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

02 de marzo de 2010 12:00 AM

SARA MARCELA BOZZI ANDERSON

02 de marzo de 2010 12:00 AM

Creo que en mi otra vida, debí haber sido bruja o pitonisa. Me han pasado algunas cosas tan extrañas que, a veces, me suelo poner muy nerviosa por esa capacidad de “leer” el futuro desde mi bola de cristal. Perdónenme si personalizo tanto este escrito, pero es que he vivido tantas “coincidencias” que muchas veces me pongo a temblar. La mayor de éstas fue en 1983, cuando vivía en Popayán. En marzo, escribí una columna en mi periódico, “El Liberal”, titulada, “Sacudiendo la inercia”. En ella, me refería al letargo que se vivía entonces en la “Ciudad Blanca”, que no permitía el progreso de su universidad, de su comercio, de su cultura. Ante ese ambiente de inercia, resolví pasar la confusión de frente al mar. Entonces mis amigos, jocosamente me dijeron: “Popayán nunca será la misma sin ti”. Al día siguiente, como en una pesadilla surrealista, se desplomaba la ciudad que habité durante más de seis años, quedando reducida a los escombros. Luego, en 1986, se me ocurrió entrevistar a Guillermo Cano, por imaginarme que su vida podía correr peligro. Al entrar a su oficina, le dije, “Veo una nube negra encima de su cabeza”. Él no contestó enseguida, pero al ver que se avecinaba una tormenta se negó a concederme el reportaje. Le insistí de tal manera, que accedió a hacerme algunas confesiones sobre su lucha contra el narcotráfico y la corrupción. Justo el día en que el reportaje sería publicado, Guillermo Cano caía asesinado a la salida del diario por ciertos “héroes” de dudosa ortografía. ¡Qué susto!, me dije, siento que mis palabras lo condenaron a muerte. Todavía no me explico por qué mis presagios acabaron poco después con las instalaciones del diario, por culpa de una bomba que arruinó los archivos y los bienes de “El Espectador”. Me aterra pensar que fui la última periodista en entrevistar a Darío Morales, nuestro pintor y escultor querido. También me contaron su historia Augusto de Pombo Pareja, Melanio Porto Ariza y Manuel Sierra Navarro, pocos meses antes de su partida. Por eso, a veces me da pánico entrevistar a la gente que quiero. Y en los últimos años he dejado de hacerlo con la misma frecuencia de antes. Sencillamente, mis premoniciones me han advertido que es mejor “dejar a los santos quietos”…; Pero, afortunadamente, mis capacidades adivinatorias también me han anticipado cosas lindas y agradables. Escribía hace poco en este diario una noche en mi computador, sobre los “jonrones” de Rentería, cuando al girar sobre la silla me encuentro con su “vuelacercas” número diez en mi televisor. También suelo vaticinar quién ganará los reinados, quién nos viene a visitar hoy, o cuál de mis alumnos va a obtener un premio, o va a conseguir trabajo. No hay duda, en mi otra vida debí ser un ángel o una bruja. O, en todo caso, un ser extraterrestre. Así pues, aunque siempre me gustaba escribir con un tinte crítico y demoledor, cada vez más, opto por buscar mensajes positivos para “no provocar otra catástrofe”. Porque la vida está hecha también de pequeños milagros, como soñar una noche con un amigo, y encontrar al día siguiente una carta suya debajo de la puerta. Creo que si acostumbramos a la mente a traernos cada día sueños de libertad, muy probablemente la conseguiremos, por esa magia que nos permite “viajar” a cada momento dentro de nosotros mismos. *Directora de Comunicación Social de Unicartagena saramarcelabozzi@hotmail.com

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