Nos sentimos orgullosos por los resultados de las elecciones pasadas. En el exterior han elogiado al pueblo colombiano por su civilidad y el libre ejercicio del voto para seleccionar entre un ramillete de importantes candidatos a los dos mejores y haber escogido en la segunda vuelta a Juan Manuel Santos como el próximo presidente. La renovación de los gobernantes es esencial para los regímenes políticos de cualquier país del mundo y contrario a lo que muchos piensan, el nuevo presidente no va a ser –como algunos han creído– un gobierno en cuerpo ajeno, es decir, fiel y exacta imagen del presidente Álvaro Uribe y un burócrata que repartiría puestos de acuerdo a sus “compromisos con los políticos tradicionales”. Hasta ahora podemos estar seguros de que Santos continuará con la política de la Seguridad Democrática que es ya una política de estado, fortaleciendo la seguridad en las ciudades y generando condiciones que hagan posible la continuidad de la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros para la creación de empresas. Juan Manuel hará un gobierno diferente y en sus pasos iniciales ha dado muestras de independencia designando como canciller a una mujer extraordinaria y ajena a la politiquería como lo es María Ángela Holguín y a Juan Carlos Echeverri como Ministro de Hacienda, quien tampoco es candidato de políticos. El nuevo presidente es una persona muy conciliadora y su propuesta de Unidad Nacional va en serio. Se ha reunido con los presidentes de las Altas Cortes y del Consejo Superior de la Judicatura, con el fin de mejorar las relaciones entre las ramas Ejecutiva y Judicial, en aras a lograr acuerdos fundados en el respeto mutuo, separación de poderes y colaboración de todas las ramas para el objetivo de cohesionar a la sociedad en torno a la construcción de la Prosperidad Democrática con las locomotoras productivas de la economía que contribuyan a fortalecer la creación de empleos masivos y reducir el desempleo. También se ha reunido con Antanas Mockus y con Gustavo Petro con el fin de que estos aporten ideas y propuestas y es así como han encontrado coincidencias en educación y en los relacionados con la propiedad y productividad de la tierra, la cual debe quitársela a las mafias y regresarla a los campesinos desplazados. El compromiso en la parte social, está claro que con las acciones concretas e ideológicas propuestas por el vicepresidente Angelino Garzón – que es un hombre con profunda vocación social – como proveniente de la UP y del M-19, se logrará el objetivo de generar condiciones para que disminuya sustancialmente los altísimos niveles de pobreza e indigencia que tiene el país y especialmente que los aumentos al salario mínimo sean superiores a los índices de inflación, que ojalá se sigan manteniendo bajos para el bienestar de todos. Los retos para el nuevo presidente son grandes. Santos debe ser implacable contra la corrupción, en la defensa de los derechos humanos, evitar los gravísimos delitos de los falsos positivos y profundizar en una reforma al sistema nacional de la salud. En lo que si debe ser similar a Uribe es que debe trabajar 18 horas al día con la misma mística, amor y pasión por la causa sagrada de la patria y el bienestar de todos los colombianos. *Abogado y escritor rivelpa@yahoo.com
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