Columna


Maestros del Arte Popular Colombiano**

AP

22 de julio de 2010 12:00 AM

CRISTO GARCÍA TAPIA

22 de julio de 2010 12:00 AM

Este bello libro, publicado con motivo de la celebración del aniversario 65 de Suramericana, viene a ser como la memoria ilustrada de un hacer y acontecer que fragua en el arte popular la más sólida y convincente identidad de una nación; el más puro y fehaciente testimonio de cuanto han alcanzado las manifestaciones culturales populares a significar en el fervoroso tránsito de construcción y desarrollo de la nacionalidad; de sus valores y referentes históricos. Más allá del homenaje que se hace a los artistas populares registrados en sus páginas, de cuanto se trata es de reconocer a quienes desde la condición de creadores son artífices de esa construcción estética que es también la identidad nacional y desde la cual su obra aflora generosa y rica en significaciones, simbologías e imaginarios colectivos. Es probable que en ellos, y en los que no aparecen en Maestros del Arte Popular Colombiano, pero que también son muy representativos y reconocidos, los oficios ancestrales hayan derivado en arte: elaborar la trenza para tejer un sombrero vueltiao que los preservara del sol en sus faenas agrícolas, preparar una resina vegetal para curar los recipientes para el agua y los alimentos, cardar la lana del chivo para tejer la mochila en la cual guardar sus útiles de pesca y de labranza. Pero de igual modo, es de pensar que fue su concepción del mundo, su cosmovisión, el mundo soñado bajo los efectos del yagé, cuanto dio origen a oficios que hoy son reconocidos como la muestra más autentica del arte popular colombiano. Y es que en esas representaciones que son el barniz de Pasto, los sombreros vueltiaos de Tuchín, las mochilas arahuacas y wayuu, la talla en madera de Meta, Nariño y Amazonas, las fibras vegetales y la cestería de Colosó y Usiacurí, la joyería de Mompox y Santa Fe de Antioquia, la alfarería y la cerámica de la Chamba, San Sebastián y Ráquira; las máscaras de Galapa y Riosucio, la pintura de Marcial Alegría, de Javier José Manuel, y de Alfredo Piñeres, los aperos de cuero de Jericó, las hamacas de Morroa y San Jacinto, hay una figuración que es la respuesta creadora a las necesidades materiales, espirituales, sociales, estéticas, del colectivo humano que las produce para la satisfacción de unas y otras. Y, para reafirmar el sentido trascendente de su existencia. Es el imaginario popular significando el múltiple y variado paisaje humano, transitando la diversidad, ampliando las visiones, decantando en promisoria síntesis de identidad al colombiano universal de todos los tiempos; al ser auténtico en persistente tránsito hacia la grandeza histórica. Y por ese sendero, informando de la memoria de las culturas ancestrales, preservándola y recreándola, fomentando su guarda y difusión en una conjugación dialéctica de tiempos y aconteceres para mantenerla viva y actuante. A David Bojanini, Gonzalo Alberto Pérez, Fernando Ojalvo, Mario López y Mónica Guarín, de Inversiones Suramericana S.A., por su reconocimiento al arte popular colombiano, gratitud. **Maestros del Arte Popular Colombiano, Cecilia Duque, Suramericana, 2010. *Poeta elversionista@yahoo.es

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS