Columna


Más leña para el caos

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

09 de agosto de 2009 12:00 AM

CARLOS VILLALBA BUSTILLO

09 de agosto de 2009 12:00 AM

Tres hechos nuevos agravan el caos que suda, por sus cuatro costados, el gobierno de Bolívar: la intervención del Fondo Territorial de Salud, la confirmación de un tercer mandamiento de pago por los mercados de la infamia y los proyectos de ordenanza quemados en la pira de la mezquindad para que la Asamblea no le impusiera al senador Javier Cáceres la condecoración que le había concedido. La intervención del Fondo suscita compasión por la incapacidad con que se han manejado los organismos de la salud, en unos casos, e ira, en otros, por la irresponsabilidad con que se despilfarraron sus recursos. Ya, en consecuencia, es total la sustracción de los funcionarios departamentales del rodaje administrativo y del rumbo de los gastos operativos del sector, porque no estaba teñido con buenos colores el adentro de una estructura que nos pintaban con tonos diferentes para el afuera. Es aventurado presumir qué ocurrirá con las cojeras que condujeron a la caída de una Secretaría y un Fondo hallados en tan deplorables condiciones. Pero algo tiene que pasar el día en que se sepa toda la verdad y se desvanezcan los espejismos que escondieron las irregularidades en ese coto de caza asediado por escopeteros expertos e invisibles, aún para los secretarios del ramo. El martes pasado se tensaron otra vez los hilos del enredijo de los mercados. La confirmación del tercer mandamiento de pago por parte del Tribunal reavivó los dolores de un drama agrandado por un rigor que no tuvieron los gastos en salud. El centinela estricto con los mercados fue el mismo manirroto que invirtió ocho mil millones de pesos que no llegaron a las llagas de los leprosos, ni a la sangre de los sifilíticos, ni a las fiebres de los palúdicos. ¿Ha cumplido el gobernador las decisiones judiciales? ¿Habló de esto el día de la rendición de cuentas? Silencio en la noche, no todo está en calma, el músculo despierta y la ambición trabaja. Jamás hubiéramos creído que el tango de Alfredo Lepera, Carlos Gardel y Horacio Pettorossi mutara en las inspiradas ejecutorias de Joaco Berrío. Por último, el gobernador no pudo controlar la obscenidad de entorpecer un acto protocolario con el cual la Asamblea Departamental homenajeaba al nuevo presidente del Senado. Lo negó –es su especialidad– pero ¿por qué no se presentó a clausurar el período de sesiones ni envió a un secretario a que lo representara? Se le disolvieron los condimentos del orgullo cuando comprendió, después de caído el rayo, que su maroma de niñito obnubilado revirtió contra él y, de paso, les dio entierro de pobre a tres proyectos de ordenanza. Queda pendiente –entiendo que prorrogaron el término para la entrega de un plan actualizado– que la Dirección de Apoyo Financiero del Ministerio de Hacienda se pronuncie sobre el desempeño del Departamento bajo el régimen de la ley 550. La doctora Ana Lucía Villa, la directora, es una funcionaria con todos los soles de la técnica en la cabeza y a la hora de amasijar se percata de que los panes no salgan del horno ni crudos ni quemados. Prefiere, siempre, que la convenzan a que la conmuevan. Pero sería fatal que nos bajara de esa ley y nos intervinieran también las regalías y las transferencias que nos vienen del Sistema General de Participaciones. Columnista y profesor universitario carvibus@yahoo.es

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