Columna


Mejor Santos

MIGUEL YANCES PEÑA

14 de junio de 2010 12:00 AM

MIGUEL YANCES PEÑA

14 de junio de 2010 12:00 AM

Si uno analiza a Mockus en los debates, puede concluir que para él todos los problemas se resuelven cambiando la cultura. No lo dudo, pero es tan ingenua y populista esa propuesta como decir que la pobreza se acaba con más plata. Cambiar la cultura de la gente, en especial la de los funcionarios públicos, es tarea difícil: requiere más tecnología y automatización, o un arduo trabajo iniciado desde la cuna y de varias generaciones. No quiero ser irrespetuoso, pero parece que el candidato del partido verde nunca se hubiera dedicado a “reflexionar” sobre los problemas más apremiantes del país, porque cuando se los revelan a través de los debates, en lugar de tener respuesta pragmáticas, se dedica a la reflexión, o la embarra. En el debate con Yamid Amat, el profe tuvo el desacierto de decir, palabras más palabras menos, que donde el sector privado no tuviera interés el Estado no debería meterse. Cuando es todo lo contrario, donde el sector privado tenga interés el Estado debe dejar que lo compitan, e intervenir donde no. Santos se lo corrigió públicamente. Luego, en el mismo debate, dijo que la informalidad (laboral y empresarial) se acababa reduciendo la tramitología, como si esa no fuera una tarea -tan difícil como cambiar la cultura- iniciada por Cesar Gaviria (1990-94) y continuada por lo sucesivos gobiernos, especialmente el último. Después le metió macroeconomía: habló de disciplina fiscal (qué tiene que ver lo uno con lo otro, pregunto) y de la autonomía del Banco de la Republica. ¿Acaso no sabe que así quedó en la CPC, y que eso no tiene que ver con la informalidad? Sin pretender agotar el tema, creo que la informalidad en lo fundamental, no es un problema de tramitología, si no de costos. Tener una empresa formal obliga a pagar impuestos; tener un empleado con todas las de la ley vale mucho; al ser empleado se pierde autonomía, libertad y creatividad, además de algunos subsidios sociales; y a veces hasta se gana menos. Lo más efectivo en la reducción de la informalidad es promover el crecimiento económico, con estrategias como la seguridad física y jurídica, los estímulos al capital y al trabajo, los tratados de libre comercio, y la construcción de infraestructura, entre otros. Y en el debate posterior de CityTv, el profe se dedicó a la descalificación indirecta de su contendor, y a la tarea de entrevistador, lo que le permitió a Santos fortalece su posición. En fin, a mí lo que me parece es que a Antanas no le interesa la presidencia, simplemente fue lanzado, primero, posiblemente por Peñalosa, que es quien tiene mayor liderazgo; y luego por una población de jóvenes, despistados, y damnificados del cambio que produjo Uribe, y ya no se puede echar para atrás. Su figura y sus respuestas son más las de un predicador que las de un jefe de Estado. No obstante su discurso es solapadamente injurioso, e incendiario, porque al afirmar que “él no es” o que “no todo se vale” está insinuando que los demás son su contrario, lo que despierta en sus seguidores intolerancia y agresividad verbal. Sobre otros predicadores tiene la ventaja que no recauda diezmos, pero para difundir su prédica no necesita ser presidente sino fundar una religión. Para jefe de Estado es mejor Santos. *Ing. Electrónico, MBA, pensionado Electricaribe myances@msn.com

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