Columna


Es lo que vemos a diario a través de los medios de comunicación, mientras cada uno dice que va triunfando y que sus objetivos se van cumpliendo. Duelen todos porque son colombianos y aún más, así no lo fueran, igual dolerían, porque lo ideal sería que ninguno muriera así. Es inhumano. No comparto lo que se trata de imponer: que a través de la fuerza se diga que se está ganando porque eso solo es una ilusión y por el contrario, pienso que es pura debilidad al no tener la capacidad intelectual de buscar soluciones diferentes, actos que conduzcan realmente a parar esta guerra y hacer que todos vivamos con dignidad, esa que por naturaleza todos defendemos y que pocos tratan de arrebatarnos a través de las armas. De uno y otro lado. Cabe preguntarse: y tanto muerto para lograr lo que no se logrará, ¿será que vale la pena? Son vidas humanas las que se pierden y los intelectuales dicen que eso hace parte de la guerra. Pues que absurdo todo, porque ni ellos, los muertos, volverán, ni sus familias tampoco los tendrán, y mucho menos los que patrocinan todo este baño de sangre, triunfarán. Muertos, muertos están y son vidas que se sacrifican en aras a unas posturas con relación a los temas que bien podrían tratarse de otra manera y que, debe ser el objetivo de todo el país encontrar. Pero no, de eso no se trata. Se ve por todo lo que se escucha que cada cual quiere imponer su criterio de una manera violenta y cada quién justifica a su manera, su posición y accionar. Lo acontecido en los últimos días en el país lo único que nos permite pensar es que todos están enceguecidos y al parecer en nada han cambiado su accionar. Unos y otros están creyendo que a través de las armas lograrán su objetivo. Muertos y más muertos de lado y lado es la realidad de hoy, pero aquello que se debería resolver y que lograría parar esta confrontación degradante, permanece en el olvido ya que nadie habla claro y ninguno reconoce los errores, posando cada cual como el dueño de la verdad. ¿Será acaso que tantos jóvenes que deambulan por las calles de su barrio tienen futuro? ¿Por qué nadie habla de lo que sucede con los índices de pobreza, miseria y corrupción? ¿Por qué nadie se responsabiliza de lo que aconteció durante tantos años, cuyas consecuencias se viven hoy en el país, y posan como si no hubieran tenido nada que ver en el pasado reciente? ¿No hay responsabilidad política por estos actos, que son la consecuencia de muchos años de acciones que ellos hicieron? Nada pasa y la solución única es que a través de las armas y la violencia se pretende someter. Por lado alguno aparece una propuesta diferente para definitivamente parar la guerra y comenzar la construcción de una convivencia civilizada. Ya son muchos, diría demasiados, los años tratando de lograr este propósito. Ni paras, narcos, guerrillas, delincuencia y gobierno han podido imponer su criterio, y esto lo que ha traído es mayor violencia y una degradación en todo lo que vemos, oímos y leemos. Paremos esta espiral de violencia y hagamos un alto para buscar soluciones verdaderas. ¿Por qué no invitar a todos a parar toda violencia por tres meses, como gesto para construir lo que tenemos que construir: la paz? *Periodista, ex asesor de paz del gobierno Pastrana, ex facilitador del gobierno de Uribe para un acuerdo humanitario. lviveropaniza@hotmail.com

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