Columna


No son las vísceras

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

23 de julio de 2009 12:00 AM

CLAUDIA AYOLA ESCALLÓN

23 de julio de 2009 12:00 AM

Con la controversia de la ejecución del hipopótamo, en la página del Ministerio de Medio Ambiente se abrió un foro virtual. Sugiere el webmaster que antes de opinar, leamos un documento en la misma página, que se titula “Hipopótamos: La verdad” No tenía la mínima intención de opinar, pues en ocasiones, para lo absurdo no existen otros calificativos. Pero decidí leer “la verdad” de la muerte de un hipopótamo con la autorización del Ministerio de Medio Ambiente. Este documento, con nombre de película de policías gringos, parece un archivo con evidencia en contra del animal. Me confundió. ¿Por qué parece que se hablara del enemigo, del objetivo militar; acaso no es un animal salvaje que debemos proteger? Expresiones como: expediente de los hipopótamos, ingreso al país, salida de la hacienda Nápoles, antecedentes de los hipopótamos de la hacienda Nápoles, un pie de una fotografía que dice “Ternero víctima de los ataques de uno de los hipopótamos”, otro pie de fotografía que dice “detalle de la herida causada por uno de los grandes colmillos de los paquidermos” y unas cartas de apoyo, son parte de “Hipopótamos: La verdad” En el documento hay un link con el video testimonial de un ganadero que habla de la peligrosidad del hipopótamo ejecutado. El animal cometía crímenes terribles: mataba a los terneros antes de que fueran llevados al matadero y consumidos en la cena del domingo, acompañado de papas fritas. Era un completo asesino ese hipopótamo cruel que impidió que un par de terneros llegaran al plato de alguien. En una cadena radial reconocida se explicó que el informe entregado por Corantioquia sobre la cacería del hipopótamo, dice que la entidad avaló la presencia de Federico y Christian Pfiel Schneider, dos extranjeros que figuran como los representantes de la Porsche en Colombia, encargados de la cacería del animal para su colección privada. Soy carnívora. Como carne hasta en el desayuno. Como carne roja. No soy vegetariana. Dejo la luz encendida, consumo más plástico y papel del necesario. No reciclo. Uso vehículos aún para distancias cortas. Gasto más agua de la necesaria. Todo esto, aunque me da vergüenza, lo hago, de la misma manera que lo hace la gente que está tan equivocada como yo. No soy ecologista ni ambientalista, no pienso cada noche en el calentamiento global, ni sufro porque los osos polares dejaran de existir en poco tiempo. Sin embargo, la ejecución del hipopótamo con el aval del Ministerio del Medio Ambiente es un despropósito. En Colombia parece más fácil usar una bala que resolver un problema y me da risa que el Ministerio, con el fin de defenderse, culpe al hipopótamo. Reacción pueril. Me da risa que tenemos la guerra y el conflicto armado tan metido en la cabeza que le abrimos un expediente ridículo a un animal muerto, para hacerlo pasar por asesino. Me da risa que aparezcan los nombres de estos cazadores virtuosos, que estoy segura, no ejecutaron al hipopótamo por un admirable acto de altruismo. Es una risa nerviosa, la risa que me produce el dolor. Dicen que las vísceras del hipopótamo no fueron enterradas adecuadamente y que por días un olor pestilente invade toda la zona. Tengo una teoría: no son las vísceras del animal, son los cerebros de aquellos que tomaron esta decisión y la ejecutaron. Apestan. *Psicóloga claudiaayola@hotmail.com

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