Columna


No temamos escuchar al pueblo

AP

12 de agosto de 2009 12:00 AM

BORIS F. ZAPATA ROMERO

12 de agosto de 2009 12:00 AM

Es muy lamentable cómo según del lado que se esté, y por esas conveniencias propias de la política, se argumenten con razones y firmeza, como debe ser el debate público, algunos puntos, al mismo tiempo que se guarda silencio, y con ello se dé consentimiento, ante actos irreflexivos e incluso contrarios al talante democrático, en otras oportunidades, solo porque en lo inmediato me benefician. Un ejemplo claro es lo que está pasando con el trámite del referendo. Para ser coherentes entre nuestros actos y sacar el pecho para proclamarse demócrata, se debe reprochar, así sea con menor intensidad, cosa que cualquiera entendería, eventos contrarios al talante demócrata y así rodear las instituciones. Eso último, apuntalar las instituciones democráticas, es el sentido de la carta que el pasado domingo, el ex senador Rodrigo Rivera Salazar envió a todos los senadores y representantes. En la misiva, Rivera les indica que tal vez el más importante de los avances de nuestras instituciones democráticas fue instaurar la democracia participativa, por lo que anota que “la Asamblea Constituyente de 1991 concedió un papel protagónico al ciudadano y descentralizó el Estado, con el fin de fortalecer su legitimidad y superar las antiguas épocas caracterizadas por la ausencia de canales para la expresión directa del pueblo”. Ese documento expresa un argumento casi irrebatible, y es que no se puede soslayar en argucias, trámites y/o componendas, el hecho de que 5 millones de colombianos firmaron en apoyo a esa iniciativa, para que en una votación posterior se convoque a los colombianos a decidir sobre la permanencia o no de Álvaro Uribe. En ese sentido Rivera afirma que “cada una de esas firmas es una demostración de fe en las instituciones y, en especial, en el Congreso de la República”, y no siendo ajeno a que no todos los obstáculos que se le presentan a esta iniciativa son los propios de un sano debate público, les dice a los congresistas que “a pesar de los distintos obstáculos y la estrategia de miedo con que se pretende impedir al Congreso que cumpla su función, los parlamentarios deben respetar, ante todo, el derecho fundamental a la participación política de los ciudadanos que consagra la Constitución. La política no debe, no puede, estar por encima de todo y mucho menos de los valores y sueños de la gente”. Yo todavía me asombro de cómo algunos analistas pueden atacar este punto que rescata Rivera en su carta: que la sentencia a favor de convocar un referendo plasmada con cinco millones de firmas, cinco millones de voluntades de ciudadanos colombianos, no puede ser descartada, argumento más argumento menos, en medio del obvio temor que produce perder de nuevo ante el Presidente. Por eso ante el silencio encubridor del extraño comportamiento de la Corte Suprema, no de los fanáticos, que de ellos se espera eso y más, sino de los demócratas de uno u otro lado, esta epístola de Rodrigo Rivera devela su carácter coherente y valiente, como cuando congresista liberal voto en contra de la preclusión de la investigación contra Samper, proyectando una premisa que bien resume en sus líneas: “y por eso nadie debería temer que el pueblo sea escuchado”. *Abogado y Analista Político bfzr_14@hotmail.com

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