En una columna publicada hace algunos años relaté una experiencia personal ocurrida al inicio de un viaje, desde Bogotá, al sur del continente. En el equipaje, ya en la bodega del avión, olvidé el libro “La vida auténtica de Erich Fromm”, que quería leer durante la larga travesía. Ante tal eventualidad decidí adquirir un libro en el aeropuerto El Dorado y compré uno de: “Rosario Tijeras”. En pleno vuelo comencé la lectura, que suspendí en las primeras páginas, en razón a las desagradables secuencias criminales que el autor atribuía a su personaje Rosario Tijeras. No encontré en el avión lugar adecuado para poder deshacerme del libro. En aquella ocasión comenté que el país, paulatinamente se había convertido en el receptáculo de toda una literatura de alcantarilla basada en el narcotráfico, con personajes surgidos de ese submundo delincuencial. No obstante a lo anterior en Colombia las cosas son susceptibles de empeorar, ahora no sólo escriben ese tipo de libros, también en los canales televisivos presentan telenovelas con el mismo tema, toda una serie saturada de episodios con sórdidas vivencias de los personajes del narcotráfico: “Las muñecas de la mafia”, “El Capo,” “Sin tetas no hay paraíso”, y no sé cuántas más. Es el mismo argumento pero con efectos más negativos por ser vistas en horarios destinados a toda la familia. Los organismos encargados no ejercen control, ni mucho menos los Ministerios de la Cultura y Educación ante ese libertinaje de los canales televisivos que promueven ejemplos nocivos a la juventud en un país inmerso en la pobreza. Este fenómeno es más ostensible en las ciudades, en las cuales muchos de sus habitantes jóvenes y niños toman como modelo a los personajes de esas series llenas de truculencias y acciones criminales. Pero lo que nos mueve a escribir, nuevamente, sobre este tema es comprobar, con cierta desazón, que en el exterior se quejan de la proliferación de la apología del delito que hace la televisión colombiana. En España ya hubo voces de protesta y más recientemente Ricardo Martinelli, el Presidente de Panamá, denunció que las telenovelas colombianas desnudan el narcotráfico en Colombia y sus ramificaciones en América Latina. El mandatario, en su despacho, le exigió a los dueños de los canales privados que cambien el horario para transmitir esas historias. Y con énfasis, agregó: “las series televisivas colombianas están haciendo un gran daño a nuestro país, con nombres que exaltan el narcotráfico, el robo y el atraco. Eso no puede continuar, dijo, al referirse a las telenovelas que han atrapado a la audiencia. La difusión de telenovelas solo busca obtener sintonía, pero su mensaje es negativo y corrompe los valores morales, subrayó”. ¿Cuándo en Colombia el Gobierno emitirá ese tipo de pronunciamientos?, en lugar de las intervenciones cansonas que tratan de convencernos de la bondad de la Emergencia Social y sus Decretos, mientras el libertinaje y la apología al delito continúan. ¿Será que subliminalmente, virtual o realmente es preferible una sociedad amoral a una trasparente y honesta? *Médico Cardiólogo. Ex Director de El Universal. Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina, de la de Cartagena y de la de Historia. MOROND@telecom.com.co
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