Columna


Para reducir el 4 x 1.000

MAURICIO CABRERA GALVIS

29 de agosto de 2010 12:00 AM

MAURICIO CABRERA GALVIS

29 de agosto de 2010 12:00 AM

El Gravamen a los Movimientos Financieros (GMF), más conocido como el 4 por mil, es un impuesto que le gusta mucho al fisco porque produce mucha plata y es muy fácil de recaudar, pero no le gusta a los ciudadanos porque les molesta pagar por usar su propio dinero (el único impuesto que le gusta a alguien es el que pagan los demás). A los bancos tampoco les gusta el GMF porque piensan que estimula el efectivo en contra de los depósitos bancarios; es cierto, pero vale la pena recordarles que para las personas naturales es más costoso un cheque o un retiro en cajero automático que el 4 por mil, mientras que para los clientes empresariales hay varios mecanismos para no pagar el GMF, utilizando los resquicios de las normas tributarias. En su reunión anual, los banqueros le solicitaron al Gobierno el desmonte inmediato del GMF, a lo que el ministro de Hacienda respondió que lo hará manera gradual en 8 años. Las razones del Ministro son de muchos pesos, pues el Gobierno espera recibir este año cerca de 3,4 billones por el GMF, que son el 5% del total de los ingresos tributarios, así que su eliminación agrandaría en 0,6% del PIB, el ya profundo hueco fiscal. Afortunadamente tampoco acogió el Ministro la propuesta absurda de sustituirlo con un aumento al IVA. Hay una alternativa para reducir las consecuencias negativas del GMF sin afectar las finanzas públicas: reducir la tarifa al 1 por mil y, al mismo tiempo, eliminar todas las exenciones que han convertido el gravamen en una colcha de retazos con caminos múltiples para eludirlo. Al reducirlo del 4 al 1 por mil, el gravamen deja de ser tan oneroso para las transacciones, de manera que al hacer el balance entre este costo y el beneficio de no tener que andar con efectivo, o no tener que pagar comisiones por mecanismos que permitan eludir el GMF, la mayoría de las personas y empresas optarán por pagar ese porcentaje mínimo. Por supuesto, el costo de los cheques o de los retiros en cajeros automáticos seguirá estimulando el efectivo, pero eso es otra historia. Para el Gobierno, la menor elusión y la eliminación de las exenciones, compensarían entre el 80 y el 90% del impacto de la baja de la tarifa. Cuando empezó el GMF con una tarifa del 2 por mil y todavía no se habían desarrollado los mecanismos para eludirlo, se recaudaba el 0,63% del PIB, mientras que hoy, con el doble de la tarifa se recauda el 0,62% del PIB. Es factible suponer que al bajar la tarifa de 4 a 1, el recaudo sólo se reduzca en la mitad. En cuanto a las exenciones, hay 19, de las que sólo se deben conservar las de las transacciones para el manejo de la política monetaria y la liquidez del sistema financiero, y las de los pequeños ahorradores para cuentas que no muevan más de $4 millones al mes. Al eliminar las demás, el recaudo puede aumentar porque, por ejemplo, solo la compra y venta de divisas en el mercado cambiario y los desembolsos de crédito mueven más de 100 billones de pesos al año, y están exentos. Reducir la tarifa y eliminar las exenciones permitirá disminuir las distorsiones que hoy causa el GMF, y tener así un impuesto más simple, efectivo y sobre todo más equitativo al extender la base gravable a transacciones que hoy no tributan. Además, se puede hacer ya mismo, sin costo para el fisco. mcabrera@cabreraybedoya.com

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