Columna


Parece que el campo no existiera

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

25 de abril de 2010 12:00 AM

JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA

25 de abril de 2010 12:00 AM

La campaña presidencial arrancó hace dos meses. Hubo ya dos debates públicos, pero infortunadamente no se habló sobre el sector rural colombiano. Su importancia futura es clave, no solo porque más de 12 millones de colombianos viven en veredas apartadas de las ciudades, sino porque tiene los peores indicadores de pobreza. ¿Hay alguna idea para el sector rural en las diferentes campañas? ¿Un sector que aporta el 10% del PIB, merece una propuesta? Colombia es cada vez más urbana. Probablemente la violencia que nos asfixió durante décadas, hizo que hasta quienes tenían intereses rurales, pobres o ricos, se desplazaran a las ciudades. Así la visión del campo colombiano está reducida a un problema viejo sobre distribución de la tierra, sin entender que el mundo cambió. Para el mundo es crítica la producción mayor de comida, los efectos del precio alto del petróleo y la disminución de las reservas probadas, obligando a una visión nueva del sector rural. Los desordenes ambientales -inundaciones, sequías, deshielos, etc.,- que azotan a la humanidad con mayor dramatismo por el calentamiento global y la poca o nula acción de los gobiernos y de los científicos, obliga a que el desarrollo sostenible sea importante. Es curioso, pero en nuestro caso, conocemos a buena parte de aquellos que en las campañas han venido recogiendo ideas para armar los programas de gobierno de las diferentes opciones políticas. Sin embargo, nadie se ha acercado a FEDEGÁN -que representa a un sector que pesa en la economía rural, porque somos más del 20% del PIB agropecuario, porque tenemos un millón de personas vinculadas, porque una parte sustantiva de la pobreza y marginalidad del campo está en el sector ganadero, en donde más de 400.000 ganaderos tienen menos de 50 animales-, para indagar por elementos útiles para estructurar una nueva visión de la política rural para Colombia. Entiendo que algo parecido le ha sucedido a la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC). Parece que el campo no existiera. Parece que el campo siempre fuera la última frontera para los diseñadores de política, los tomadores de decisiones en materia pública, los empresarios e incluso los formadores de opinión. Aun más, los dirigentes del sector agropecuario y de biocombustibles, uno de los más dinámicos en el país y que atrae inversión, brillaron por su ausencia en el Foro Económico Mundial reciente, celebrado en Cartagena. No hubo empresario alguno del sector rural que pudiera haber tenido contacto con los empresarios y con los dirigentes internacionales que vinieron a dicho foro. Por lo pronto seguimos en la misma tesis. En Colombia no lograremos cumplir las metas del milenio, no lograremos avanzar en la erradicación de la pobreza y la marginalidad, no superaremos el atraso que todavía persiste en grandes regiones, ni miraremos el desarrollo de Colombia con otros ojos, mientras que el campo no sea un escenario de progreso y desarrollo. Más grave aún, no cesará el problema de la violencia y del narcoterrorismo. Lo hemos sostenido de manera permanente. Pero parece que una Colombia cada vez más urbana sigue discriminando al campo. *Presidente ejecutivo de FEDEGÁN jflafaurie@yahoo.com

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