Columna


Pedro Name

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

23 de junio de 2010 12:00 AM

LUIS EDUARDO PATERNINA AMAYA

23 de junio de 2010 12:00 AM

Aún con el ímpetu y la alegría que lo caracterizó en todos los actos de su vida, partió hacia la inmortalidad Pedro Name, llevándose guitarra y canciones que no dejaremos de escuchar quienes tuvimos la fortuna de compartir con semejante personalidad, dueña de las más nobles pasiones que pueda un hombre anidar en su alma. Su destreza para devolver la vanidad perdida a hombres y mujeres atribulados por la vergüenza de verse y sentirse con algún defecto físico, convirtió su bisturí en un instrumento menor frente al polifacético personaje que hizo del humor y la música una constante de su conducta. Era un ser superior hasta cuando se compartía con él, entonces le afloraba una sencillez y un don tal, que aquella expectativa de tratar con un científico, se diluía con su aplastante humildad que lo llevó a extremos tales de negarse para no confundir a personas que no teníamos su talla. Qué diferencia con aquellos seres que sin probarse en el ejercicio de la competencia, ya fungen prepotentes y atropelladores ante desprevenidos contertulios que sufren por tamaño desafuero. No sólo fue el eminente y destacado médico que todos conocimos, también afloró su sensibilidad ante pacientes con estrecheces económicas que encontraron en él, no sólo una mano extendida, sino un corazón dispuesto a solidarizarse sin esperar reciprocidades. Todavía escucho la guitarra con un sutil punteo dándole fuerza a los versos en la voz del poeta de Toluviejo, León Álvarez, mientras éste los declamaba levitando sobre sus propios sentimientos. Siento emociones indescriptibles cuando con estos estrechos términos me refiero a un maestro de las relaciones, conocedor como el que más de las debilidades ajenas que sabía sortear para convertir en fortalezas, por eso hizo de la amistad un principio sin fin, porque de su boca jamás salió la palabra que incomodara al amigo poniendo en duda tan elevado valor. Fueron sus pasiones la música, la medicina y las tertulias. Parrandear con Pedro (nunca exigió que le dijéramos profesor, Doctor o maestro) era tanto como alcanzar el cielo, que al final inexorablemente caía sobre la tierra para despedirnos con un hasta luego que no volverá a darse, pero que tampoco olvidaremos mientras aquella voz grave y tonificada siga cantando desde el recuerdo, asistida por esa guitarra que fue compañera cómplice de cuanto rato feliz protagonizó. Mientras los colombianos nos movíamos el pasado 20 de junio para cumplir con la democracia eligiendo Presidente de la Republica, fallecía en Barranquilla este ilustre sincelejano que no sólo enalteció a su familia y a Sincelejo, sino a la patria que representó en el exterior ejerciendo su profesión con decoro y competencia, y por cuyas manos prodigiosas para la estética pasaron los más disimiles personajes de la vida artística internacional en procura de mejorar apariencias marchitadas. Descanse en paz maestro. noctambula2@hotmail.com

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