Columna


Perdedores ganadores

ÓSCAR COLLAZOS

23 de enero de 2010 12:00 AM

ÓSCAR COLLAZOS

23 de enero de 2010 12:00 AM

No ha habido en la política cartagenera de los últimos años un perdedor más digno que Rafael Vergara Navarro. Tampoco conozco a un hombre más convencido de que las políticas ambientales de ahora y del futuro tienen que desafiar costumbres dañinas y depredadoras de los ciudadanos, trampas “legales” de los urbanizadores piratas y sutiles apropiaciones de espacios públicos por parte de intereses privados. A “Rafa” lo quiere mal la gente que le teme a sus argumentos implacables contra la violación de normas legales en materia ambiental, pero le temen más aquellos que han sido denunciados por maniobras oscuras contra bienes públicos. Por hacer lo que debe hacer todo funcionario honesto, le ha caído como boomerang el recurso “legal” de pájaros que siempre disparan a las escopetas. A Vergara lo ridiculizan aquellos que preferirían el desarrollo material en detrimento del equilibrio ambiental, una plancha de cemento donde hubo manglar, pero él les devuelve la pelota ridiculizándolos por su ignorancia en un tema en el que nos estamos jugando el futuro inmediato: “domesticar” a la naturaleza no significa volverla enemiga. Donde hoy se hacen negocios, mañana se producirán desastres naturales. Un hombre honrado y estudioso como él, firme y al mismo tiempo dialogante en sus idas políticas; un Caribe auténtico, romántico y expansivo, “sentipensante”, como decía Orlando Fals Borda; amigo de sus amigos e incluso generoso con quienes lo quieren mal y le clavan el cuchillo por la espalda; un tipo volcánico, enamorado del amor y también de la naturaleza femenina; un hombre como Rafael Vergara Navarro merecería encabezar una lista al Congreso de la República en un partido o corriente que apostara por el cambio. No ha sido así, y ahora es un solitario que espera otra oportunidad en la política, que para él es el sentido de su vida. Él sabe que no iría al Congreso a calentar silla, que no callaría como callan los honorables de muchas provincias. Vergara no sería senador o representante de “silencio mudo”, a lo Blel, ni de verborragia maromera, como Cáceres. Hablaría de lo que sabe, defendería lo defendible. Además, no habría congresista que le preguntara tres veces como se llama: en Colombia son muchos, en la política y en los medios de comunicación, los que conocen a Rafa, en persona o de oídas. Cartagena y la Región Caribe merecerían un senador como Vergara, pero, a cambio, ahora se propone un listado de hijas e hijos, esposas y sobrinas de condenados o investigados por corrupción y parapolítica. Que el hijo de La Gata, que la hija de Curi, que la esposa de Montes, que la sobrina de Blel, que la esposa de Juancho. ¡No hay derecho! A Rafa ya no lo quieren en el que fuera su partido y lo desdeñan aquellos que él contribuyó a elegir como alternativa para el cambio de rumbo en la política local. Es un perdedor digno: gana por haber sido ignorado. En cambio, la ciudad y la región pierden a un político cuya causa es anterior a “verdes” y verdolagas del oportunismo. *Escritor salypicante@gmail.com

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