Columna


Playa piloto

ÓSCAR COLLAZOS

26 de diciembre de 2009 12:00 AM

ÓSCAR COLLAZOS

26 de diciembre de 2009 12:00 AM

“Una franja de 200 metros, en un espacio que se delimitará entre el edificio Don Pedro de Heredia y el espolón Irribarren, será la playa piloto de Bocagrande, cuyo proyecto final se presentará a comienzos de enero próximo”, informó el jueves El Universal. A continuación brotó la perla, al parecer cultivada con esmero. “La playa seleccionada seguirá siendo pública, la gran diferencia es que será ordenada”, dijo Luís E. Araújo, presidente de la Corporación Turismo Cartagena de Indias. La iniciativa “busca darle orden a estos espacios públicos para el mejor disfrute de los cartageneros y los visitantes.” Lo que me llama la atención no es la insistencia de presentar “la playa piloto”, experimento posiblemente previo a la concesión de playas a empresas hoteleras, según la promesa hecha por el presidente Uribe a Cotelco. Me llama la atención la frase del joven Luís Ernesto, en la cual, al advertir que la playa seguirá siendo “pública”, precisa que “la gran diferencia es su manejo ordenado.” “La gran diferencia”, ¡hágame el favor! No sé si entendí bien, pero deduzco que el diligente funcionario cree que lo público no tiene “manejo ordenado”, convicción o sospecha que siempre ha servido de pretexto para privatizar. ¿Entendí bien? Si entendí mal, el funcionario debería expresarse mejor, sobre todo en un tema que ha producido movilizaciones callejeras contra la eventual privatización de estos preciosos lugares de recreación masiva. Voy un poco más lejos. ¿Por qué no insistirles a las administraciones públicas que cumplan con la obligación de hacer un manejo ordenado del espacio público, antes de sugerir que, al funcionar mal lo público, se requiere del concurso de la iniciativa privada? Por supuesto que se requiere orden y limpieza y respeto a la tranquilidad, pero ¿por qué no habrían de conseguirse sin necesidad de proyectos pilotos mixtos que acabarán siendo privados? Si el proyecto piloto cumple con el objetivo de “organizar empresarialmente la comunidad de comerciantes de la playa, al menos en 10 proyectos productivos”, perfecto. Pero hágasele un seguimiento que le dé más prioridad a lo público que a lo privado. No se trata de “desinformaciones de gente que quiere armar el avispero”, como dice Araújo para descalificar las voces que se han alzado contra la eventualidad de dar en concesión tramos de playa. Esa manera de descalificar a la opinión ciudadana, previene más contra las intenciones del dichoso proyecto. Lo que quiero señalar en esta nota es el extendido y perverso prejuicio de estigmatizar lo público para privilegiar lo privado. A la administración local le cabe la responsabilidad de ordenar y volver eficiente los espacios públicos que están bajo su jurisdicción, adelantar campañas de educación ciudadana y adoptar medidas severas con los infractores de normas vigentes. A veces he creído que existe la estrategia de permitir que las cosas de uso e interés público se degraden y se vuelvan inmanejables para justificar el cambio de manos hacia lo privado. Es cuando los ciudadanos son convertidos en clientes. Existen en muchos países del mundo concesiones de espacios públicos a empresas particulares, pero existen también modelos de impecable gestión desde el Estado. *Escritor salypicante@gmail.com

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