El asunto parecería ser de poca monta, pero resulta que no es así. Se trata de algo que tendrá significación, tanto para quienes visitan como turistas nuestras playas como, en general, para quienes tienen la fortuna de habitar en cercanías de nuestros mares. Y se trata del anuncio hecho por el presidente Uribe Vélez, durante la asamblea de los hoteleros, sobre el próximo establecimiento de concesiones para el manejo de nuestras playas. La iniciativa no es innovadora. Son incontables las naciones, especialmente aquellas con vocación turística, que tienen vigente el sistema de contratos de concesión para la administración de las playas. Aunque se trata de bienes de propiedad estatal y de uso público, al responsabilizar a particulares de la atención de las áreas de playas, se facilita obtener diversos objetivos, a cual más importantes cada uno de ellos. Los concesionarios de playas, que básicamente serán las empresas hoteleras, contraerán, y así es de esperar, obligaciones claras en cuanto a la limpieza de las zonas barridas por el mar, con las consecuencias de carácter ambiental, la seguridad de los bañistas y la administración racional de los vendedores ambulantes. Hoy en día el desaseo es común en nuestras playas, la protección deficiente de las pertenencias de los visitantes y del indispensable servicio de salvavidas, afectan el placer de disfrutar de un día de playa. Esto sin contar la pesadilla de los vendedores, que incesantemente asedian a quienes aspiran a disponer de unas horas de descanso. El tema de los vendedores de cuantas baratijas pueden existir, merece un capítulo aparte. Lejos de mi mente proponer la eliminación de quienes, en una expresión clara del rebusque, ofrecen en venta desde gafas y sombreros para la protección solar hasta productos estimulantes de la libido sexual. Lo que se requiere es darle una organización adecuada al proceso comercial. En localidades vecinas, como Aruba o las Antillas Franceses, hay vendedores, pero no existe el acoso contra los bañistas. Unas casetas bien diseñadas y el empleo de indumentarias típicas, especialmente para las mujeres vendedoras, son elementos para proporcionar un entorno agradable. El proyecto piloto se adelantará en Cartagena de Indias, cuyas playas sufren todas las calamidades. Mediante un trabajo conjunto de entidades del orden nacional y las autoridades locales, es de esperar que la situación existente cambie ciento ochenta grados. La eliminación de basuras, la vigilancia eficaz y, prioritariamente, la racionalización de las ventas en las playas, afianzarán los atractivos del Corralito de Piedra. Es lugar común resaltar la importancia de la actividad turística, como fuente de riqueza y trabajo. Nuestro país dispone de grandes encantos para quienes lo seleccionen como destino turístico. Y a la cabeza de tales alicientes aparecen nuestras playas. Sólo que se requiere que el atractivo natural genere beneficios, a través de una administración acertada del recurso. De ahí que considere que la celebración de contratos de concesión con quienes aseguren el buen mantenimiento y la utilización adecuada de nuestras playas, será un aporte valioso para el avance del turismo en Colombia. *Abogado Consultor en Minas e Hidrocarburos marcan2@etb.net.co
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