Columna


Procesiones y desfiles

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

31 de julio de 2010 12:00 AM

AUGUSTO BELTRÁN PAREJA

31 de julio de 2010 12:00 AM

Mucho nos impresionó el espectáculo de movilización popular cumplido con la procesión de la Virgen del Carmen y el desfile del 20 de julio. En la Cartagena de antaño se contaba con la presencia de estudiantes que éramos obligados a concurrir a esas manifestaciones públicas. La Virgen del Carmen, el despliegue veintijuliero, así como San Pedro Claver conmovían la ciudad. El respaldo de esa multitud uniformada de muchachos aseguraba su éxito, que hoy es espontaneo. Con notas marciales éramos impulsados por unas bandas de guerra que competían en supuesta armonía. Muchachos de La Esperanza, León XIII, Liceo de Bolívar, La Salle y otros colegios cruzaban las viejas calles del Centro amurallado. Todos pendientes de hermosas jovencitas que las adornaban. La agenda de diversión recibía impacto en la tranquilidad aldeana que vivía la hidalga Cartagena. En esa época el trabajo escolar se extendía hasta la mañana del sábado. En algunos planteles era obligatoria la misa dominical. Quien no asistiera recibía amonestación y deterioro en las calificaciones. Algunos de los muchachos de entonces, hoy justifican su ausencia a misa alegando que los hicieron ir en exceso y para siempre con el colegio. El rollo cambió, el viernes no sabemos a qué hora, se entra en un período de relajo y recreo. Sólo el lunes vuelven al redil del orden los muchachos que son el futuro de la patria. Antes el horario de trabajo era más amplio. La mayor cantidad de tiempo estaba dispuesta en otra forma. Las ciencias eran más teóricas. Pero la historia, la geografía, el lenguaje tenían más intensidad y buen cuidado. La lógica y filosofía eran formales, pero conocíamos más de Balmes que de Kant y Hegel. Platón se mencionaba, pero la influencia de Aristóteles en Santo Tomas era tratada en exceso. El inglés era el lenguaje del futuro, el francés cultura, y el latín que nos ha servido para decir “Statu – Quo” y “Sui generis” en medio de alguna discusión sin importancia. Hoy estudian las matemáticas con más profundidad y extensión pero no saben quien fue Leibniz. La física se dedica a problemas cuánticos. Nosotros nos quedamos en ecuaciones, leyes y teoremas inconclusos. Se acabó la educación cívica que tanto significa para el bienestar colectivo. La urbanidad que afirmaba sanas costumbres del hogar, estaba contenida en el librito de un venezolano de apellido Carreño, que nunca imaginó alguien como Chávez dirigiendo su patria. Los relatos históricos de Henao y Arrubla y del hermano Justo Ramón nos descrestaron. Muchas vainas inexactas hoy nos sobresaltan. Lo del 20 de julio que acabamos de festejar fue una comedia. El procerato de Acevedo y Gómez y el cuento aquel de “efervescencia y calor” dizque no fue así. Un hombre Carbonell que fue el protagonista, tuvo que esperar 200 años para que le reconocieran su desempeño. Claro que las fallas de los muchachos de hoy también abundan. En sociales y filosofía confiesan penumbras y desvaríos. Aún cuando parecen diferentes los vemos cometiendo los mismos errores nuestros y nada de lo que se les diga podrá evitarlo. Cuando lo apreciamos terminamos por comprender lo idiotas que fuimos en su momento (que tal vez seguiremos siendo). *Abogado, Ex Gobernador de Bolívar y Ex parlamentario. augustobeltran@yahoo.com

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