Algunos uribistas radicales proponen fórmulas exóticas de continuidad. Les preocupa preservar la seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social. La confianza inversionista no parece peligrar, como lo ha muestra la caída vertiginosa del dólar frente al peso, después de la decisión de la Corte, que requirió la intervención del Banco de la República para atemperar el entusiasmo. Lo de la cohesión social despista porque el Gobierno polarizó la opinión y se radicalizaron las posiciones, sin mejorar mucho la situación social. La seguridad social exige otra reforma, la Salud está que arde, el desempleo alarma, y a pesar de la popularidad de programas como Familias en Acción o el SISBEN, usados con fines electoreros, no se percibe un progreso sostenible contra la pobreza. La brecha social y productiva entre el campo y la ciudad no se cerró y sería apropiado hablar de “Agro Fracaso Seguro”, que no de ingreso seguro. Los candidatos saben que la política de seguridad debe mantenerse y mejorar, para progresar en seguridad urbana y control de bandas criminales en todo el país, pero la preocupación central del próximo Presidente no será por la continuidad, sino por lo que se abandonó y lo que quedó mal hecho. Los programas de los candidatos se enriquecerían si adoptan como propias algunas de las metas que no cumplirá este gobierno por fallas de administración o de política, como lo destaca Armando Montenegro en El Espectador del 28 de febrero. Entre las políticas abandonadas, quizás la más importante es combatir la politiquería y la corrupción. Uribe les perdió interés cuando entraron en conflicto con su deseo de reelección y terminó en el bando opuesto, pero las políticas que proponía inicialmente son urgentes. Si el Ejecutivo continúa dependiendo de las alianzas clientelistas para gobernar y el clientelismo se preserva como única manera de hacer política exitosamente, nunca se logrará que la sociedad se modernice o que el estado cumpla su papel de gestor de bienestar y justicia social. Los precandidatos del Partido Verde, principiando por Antanas, que ya lo hizo en Bogotá, y Sergio Fajardo, se pronunciaron a favor de reformar la política. Pero los demás candidatos siguen creyendo que con el clientelismo se “hace política”. El record de obras públicas de la administración Uribe es muy pobre. El candidato que asuma la tarea de terminar las obras que anunció y que no hizo, o no terminó esta administración, tendría un programa de inversión pública aceptable. El sistema de salud colombiano requiere soluciones financieras y operativas realistas y justas. Hay que modificarlo sustancialmente para controlar los abusos del régimen subsidiado, y la inoperancia y corrupción de las entidades públicas y privadas involucradas. Las soluciones del desempleo y de la estructura del mercado laboral son una necesidad sentida que desplazó a la seguridad en importancia. Se requiere modificar la seguridad social y el régimen de regalías. No tiene sentido malgastar más energía para conservar al Presidente en el gobierno. Hay que emplearla en un viraje fuerte en la concepción y ejecución de la política económica, para poner a Colombia en una senda de alto crecimiento estable, con eficiencia económica y social, y buenas prácticas de gobierno. rudolf.hommes@capitaladvisorypartners.co
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