Columna


La que demuestran funcionarios del Gobierno, comenzando por el propio presidente Álvaro Uribe Vélez, con relación a la denuncia de que hay guerrilleros en los países vecinos. Se presentan ya para terminar el gobierno a varios directores de medios invitados, que entre otras no fueron todos, como debería ser si se tiene la definición de democracia: “estado mental en donde deberes y derechos son por igual”, videos y fotografías como pruebas para decir que el gobierno de Venezuela apoya a grupos terroristas. Eso en el argot popular se llama: “mala leche”, porque la intención no es clara y por el contrario, queda en el ambiente la disposición de dañar lo que el nuevo gobierno quiere hacer con las relaciones internacionales y más específicamente, con los países vecinos como Venezuela y Ecuador. Parece que se abrogan el derecho de creer que el Gobierno que entra tendría que pensar y actuar igual al anterior, cosa que no está determinado en la Constitución y las leyes que nos rigen. Demuestran una vez más que el poder enceguece y que todos los colombianos deberíamos pensar como ellos o de lo contrario, corremos el riesgo de ser tildados de guerrilleros, apátridas, milicianos o auspiciadores de lo que ellos a bien tengan señalar. Para nadie es un secreto y es normal que en una frontera tan extensa como la colombiana con países como Venezuela, Ecuador, Perú, Brasil y Panamá, llena de selva en donde la presencia militar es casi que imperceptible, estos grupos guerrilleros anden por ella como si fuera su propia casa. ¿Por qué exigirles a los gobiernos vecinos que hagan lo que no hemos sido capaces de hacer acá durante muchos años? ¿Por qué tenemos que pensar siempre que la culpa es de los demás y que todos deben hacer lo que nosotros queremos? Primero insultamos y después exigimos. Esa fórmula no funciona en ningún lado y por el contrario se convierte en una postura de obstrucción de cualquier problema a resolver. ¿No será que esa es la hecatombe de que tanto se hablaba y que ahora quieren meternos en una guerra para que se presente un golpe militar y se impida la posesión del nuevo presidente y se pida a gritos que el actual continúe, respaldado por la fuerza pública, como única solución? Ya nada extraña y cualquier cosa puede pasar después de tanta marrulla, para después terminar justificando como de fuerza mayor. Que Dios nos coja confesados, porque lo de los “falsos positivos militares y judiciales” se quedarían en pañales. Ya se sabe de antemano que el gobierno vecino podría defenderse de cualquier señalamiento, sólo con la claridad de que el conflicto interno en Colombia sería lo primero para resolver, porque ellos serían también los perjudicados colateralmente hablando y no los causantes de lo que se vive en la frontera. Esa sería una de las tantas excusas si se quisiera presentar con tal. Pero como dice el nuevo mandatario, hay que dialogar para poder buscar soluciones sin que se eviten estos temas. Esperamos que no se actúe igual a lo del caso de Ecuador porque sería gravísimo y daría al traste con cualquier posibilidad de entendimiento entre países vecinos y, que el nuevo gobierno maneje el tema con mayor diplomacia e inteligencia. *Periodista, ex asesor de paz del gobierno Pastrana, ex facilitador del gobierno de Uribe para un acuerdo humanitario. lviveropaniza@hotmail.com

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